psicólogo deportivo
Soy deportista, ¿necesito ir a un psicólogo deportivo?

La figura del psicólogo sigue sin tener suficiente presencia en el ámbito del deporte. Bien es cierto que en los últimos años parece que está habiendo un cambio de tendencia. Así que, para ayudar a seguir en esta línea, vamos a profundizar en el papel del psicólogo deportivo.

El principal objetivo de este artículo es el de intentar responder a algunas de las preguntas más frecuentes que genera el papel del psicólogo del deporte, sobre todo en lo relativo a sus ámbitos de actuación.

¿Es sólo para deportistas con problemas psicológicos?

Uno de los grandes obstáculos a los que se enfrenta un psicólogo de cualquier especialidad es la estigmatización. Por lo general, se asume que sólo va al psicólogo el que tiene problemas graves de ansiedad, depresión, abuso de sustancias, trastornos de personalidad, etc.

Y no es inusual encontrar casos así , ya que “la propia naturaleza de la competición puede provocar, aumentar o exponer problemas psicológicos en los atletas” (Chang et. al, 2020). La actividad deportiva y/o las situaciones de la vida cotidiana pueden interferir de forma significativa con el bienestar psicológico del deportista.

Es por ello que los “problemas psicológicos” no tienen por qué ser un criterio a la hora de ponerse en manos de un psicólogo deportivo. La gran pregunta que debo hacerme es si quiero o no influir de manera positiva sobre mi rendimiento. Si la respuesta es SÍ, te podremos ayudar a entrenar habilidades psicológicas:

  • Fortaleza mental
  • Estrategias de afrontamiento y de regulación emocional
  • Establecimiento de objetivos
  • Mecanismos motivacionales
  • Tolerancia a la frustración
  • Técnicas de visualización

Del mismo modo que ajustar la dieta o movilizar las articulaciones contribuye a nivel físico, el entrenamiento psicológico ayudará al deportista a afrontar estresores específicos (lesiones, competición, entrenamientos, etc.) de forma adecuada y, en última instancia, a mejorar su rendimiento.

¿Es para deportistas de élite?

Sí que es cierto que en el deporte de élite la figura del psicólogo deportivo no es tan extraña. Se invierten muchos recursos a pulir el rendimiento de todas las formas conocidas: nutricionistas, fisioterapeutas, psicólogo, etc. Pero, ¿cuántos deportistas hay que no viven de su deporte y sienten la misma o incluso más motivación para mejorar?

La profesora futbolista, el inversor de bolsa triatleta, el contable crossfitero. Tienen un trabajo a tiempo completo pero, en muchos casos, su deporte es el que más les define. Si eres un deportista – con independencia de tu nivel – y te has marcado objetivos, ya puedes beneficiarte de los servicios de un psicólogo deportivo.

Entonces, ¿a quién ayuda el psicólogo del deporte?

¡A todos! Tanto si haces deporte, como si aún no. Otra de las grandes funciones que tenemos como psicólogos deportivos es la de conocer y promover los beneficios psicológicos de la realización de actividad física. La acción del psicólogo deportivo no sólo se limita a la terapia individual, sino que también puede influir a nivel colectivo para:

  • Personas sedentarias.
  • Niños y jóvenes en etapas de iniciación en el deporte.
  • Personas con necesidades especiales (discapacidad, tercera edad, enfermedades metabólicas.)
  • Personas en riesgo de exclusión social.
  • Personas con alta incidencia de conductas de riesgo.

Pon un psicólogo deportivo en tu vida

Como hemos visto, el ámbito de actuación de un psicólogo del deporte es mucho más amplio del que cabía esperar. Si practicas deporte por ocio, por salud, como forma de ganarte la vida o te mueves en un contexto deportivo y piensas que tu entorno podría beneficiarse de la actividad física, ¡ponte en manos de un psicólogo deportivo!

Si quieres más información sobre los servicios (sesiones individuales o grupales, charlas informativas, talleres) que proporciono como psicóloga deportiva especializada en CrossFit, no dudes en contactarme.

 

- Chang, C., Putukian, M., Aerni, G., Diamond, A., Hong, G., Ingram, Y., Reardon, C. y Wolanin, A. (2020). Mental health issues and psychological factors in athletes: detection, management, effect on performance and prevention: American Medical Society for Sports Medicine Position Statement—Executive Summary. British Journal of Sports medicine54(4), 216-220.
resiliencia
¿Puedo mejorar mi resiliencia con el CrossFit?

La resiliencia es una habilidad psicológica que ha ido creciendo en popularidad con el “boom” de la Psicología Positiva. Y lo cierto es que dada su importancia para el bienestar psicológico, merece la pena indagar en este concepto para responder a la pregunta más importante que sugiere: ¿la resiliencia se puede aprender?

¿Qué significa ser resiliente?

Antes de proseguir, definamos el concepto. Éste, se ha usado tradicionalmente para definir la capacidad de un material para recuperar su estado inicial tras haber sido sometido a un agente perturbador. Desde la década de los 90, empezó a usarse para describir esa misma cualidad en el comportamiento humano.

En este sentido, la resiliencia se considera una adaptación positiva a una situación adversa. Ser resiliente sería esa capacidad para mantenerse dentro de los niveles estables de funcionamiento físico y psicológico pese a la adversidad (Morán, Vicente, Sánchez y Montes, 2014 en Ginés-Silva, et. al, 2019).

Pero, de algún modo todos recuperamos la normalidad tras un evento traumático, ¿no? La diferencia está en el cómo. Imagina que todos tenemos una barrita de energía vital. Un evento negativo consume la energía vital de la persona no-resiliente y con el tiempo los niveles vuelven a su estado inicial. Una persona resiliente no sólo no sufre ese déficit sino que su energía vital crece a consecuencia del evento (sobrevivir vs. supervivir).

¿De dónde viene la resiliencia?

El siguiente paso para entender la resiliencia es ver de dónde viene. Si se viene con ella de serie o aparece fruto de nuestras experiencias, ¡o quizá sea una mezcla de ambas! Así pues, hay tres abordajes para conceptualizar la resiliencia: quienes la consideran como un rasgo, como un resultado o como un proceso (Hu, Zhang y Wang, 2015 en Ginés-Silva et. al, 2019).

  1. La resiliencia entendida como rasgo de personalidad preexistente protege al individuo frente a la adversidad y favorece el crecimiento personal. Este concepto se haría evidente a través de “factores de protección” como pueden ser el afrontamiento, la autoeficacia, el optimismo o incluso el sentido del humor (Grafton, Gillespie y Henderson, 2010).
  2. Otros autores han conceptualizado la resiliencia como un proceso dinámico. Tener experiencias frecuentes en las que una persona haya superado con éxito la adversidad le va aportando herramientas para el futuro. Este abordaje entiende la resiliencia como un factor dinámico, es decir, que se puede aprender.
  3. La tercera línea de investigación sugiere que la resiliencia es un recurso que emerge de forma natural en el ser humano para afrontar la adversidad y que puede verse favorecido por factores externos. Este paradigma entiende la resiliencia como “una energía o fuerza que empuja a una persona desde la supervivencia hasta la autorrealización” (Richardson, 2000 en Grafton et. al, 2010).

Para satisfacer mi eterno deseo de moverme en los grises y no pensar en blanco o negro, vamos a quedarnos con esto último. El potencial para ser resiliente reside de forma natural en cada uno y si se dan ciertas circunstancias, ésta puede emerger para ayudarnos frente a la adversidad. Ahora bien, ¿cómo puedo “precipitar” este proceso?

¿Qué necesito para ser resiliente?

Descubrir este potencial en ti mismo empieza desde dentro. Y aunque esto sin duda tiene su vertiente espiritual, me quiero referir más a constructos como el autoconocimiento, la motivación o la autoeficacia (más pertinentes a este blog). Tener algo que responder al por qué de tu existencia, al cómo y al cuándo es un prerrequisito esencial para la resiliencia.

Pero como hemos visto, tienen que darse ciertos elementos situacionales para que esta habilidad emerja. Y la realidad es que no todos nos vamos a ver en situaciones extremas que faciliten este proceso, ni vamos a estar esperando a que esos suceda para aprender a ser resilientes. Así que usemos lo que tenemos: ¡el CrossFit!

resiliencia
Katrin Davidsdottir en el podio de los 2018 East Regionals. Fuente: CrossFit

“Tengo mis medallas de oro metidas en una caja. La medalla de plata la llevo siempre encima. Todos necesitamos perder.” – Katrin Davidsdottir

Sobre su segundo puesto en Regionals en 2018.
  • Puede sonar a locura, pero algunos WODs pueden volverse existenciales. Un Murph, un Chad o 1,000 burpees for time pueden llevarte a un rincón muy oscuro. Ahí tendrás opción de usar esta energía vital para perseverar y crecer, o dejarte vencer por la adversidad.
  • Busca activamente el fracaso y acepta sus enseñanzas. Fallar puede ser el mejor maestro de todos si nos abrimos a sus lecciones. No protejas a tu ego. Le estás cerrando la puerta a la resiliencia. Aprende a aprender y reducirás tu vunerabilidad al estrés en el futuro, si te permites crecer después de una derrota.
- Gínez-Silva, M. J., Astorga, C. M., & Urchaga-Litago, J. D. (2019). Resiliencia psicológica a través de la edad y el sexo. Revista INFAD de Psicología. International Journal of Developmental and Educational Psychology.4(1), 85-94.

- Grafton, E., Gillespie, B., & Henderson, S. (2010, November). Resilience: the power within. In Oncology nursing forum (Vol. 37, No. 6).
estrés
¿Puede producirte estrés el CrossFit?

Cuando uno oye hablar de CrossFit por primera vez le pueden surgir muchas dudas. Por ahí se habla de que es como una secta, que es muy lesivo, e incluso que puede producir estrés por la alta intensidad.

Desmontar todos los mitos que rodean al “Deporte del Fitness” me da para un libro, así que para este artículo me quiero centrar en el tema del estrés. ¿El objetivo? Profundizar en el concepto del estrés y en la relación que mantiene con el deporte en general y el CrossFit en particular.

¿Qué es el estrés?

Oímos la palabra estrés prácticamente a diario y, por lo general, en un tono negativo. Solemos asociarlo a tensiones físicas y emocionales generadas por situaciones particulares, cosas y/o personas. Y, aunque esto pueda tener una porción de verdad, lo cierto es que sólo cubre la superficie del concepto.

La OMS lo define como “el conjunto de reacciones fisiológicas que prepara el organismo para la acción” y, de esta definición lo primero que debemos entender es que el estrés es adaptativo. Es decir, sin este proceso, el ser humano no hubiera durado ni dos días en la Tierra.

Pero claro, las cosas nunca son tan fáciles y esta definición es algo simplista. Una más reciente y completa sería la del estrés como el conjunto de reacciones cognitivas, fisiológicas y conductuales que surgen tras la exposición a una situación cuyas exigencias podrían superar los recursos actuales del individuo.

Por lo tanto, y para ir allanando terreno, tenemos un individuo A enfrentado a una situación X. Esa situación puede ser desde una tarea laboral o el pago de una hipoteca hasta una ruptura sentimental o el último WOD del CrossFit Open. Es decir, que es el individuo el que debe percibir la situación como “potencialmente desbordante” para poder hablar de estrés.

Y… ¿es malo tener estrés?

En sí, no es malo, pero si la intensidad, duración y frecuencia de los síntomas de estrés son muy altos, podríamos tener problemas de salud física y mental. El estrés crónico produce una menor actividad del sistema inmune (lo que nos hace más vulnerables a sufrir enfermedades y lesiones), empeora los ciclos de sueño y patrones de alimentación, y puede provocar un desgaste emocional muy incapacitante.

Cabe señalar que existe una vertiente positiva en todo este proceso y es lo que algunos teóricos llaman eustress. Se trata de ese pico de rendimiento que se produce precisamente gracias al estrés. Por lo que, un proceso de estrés bien ajustado, no sólo no es malo, ¡sino que puede ser bueno!

Estrés, CrossFit y afrontamiento

Ya hemos definido el estrés y hemos dejado claro que no es un ogro. Ahora, podemos responder a la pregunta inicial con un rotundo y lógico “sí”. Por definición, el CrossFit nos plantea retos para ponernos a prueba: 1-RM clean & jerk, máximos pushups en 1′, 1000 m de remo, etc. No sentirme capaz de levantar 70 kg, hacer más de 30 pushups o remar 1000 m en menos de 3′, puede precipitar un proceso de estrés.

Como no queremos cronificar el proceso, debemos aprender a usar el estrés en nuestro beneficio. Y para ilustrar esta idea, fíjate en la figura 1. En ella, vemos una situación hipotética en la que el individuo A debe buscar una 1RM de Clean & Jerk como parte del WOD.

Figura 1: ejemplo práctico de cómo interactúan el CrossFit, el estrés y el afrontamiento

El individuo A se hace entonces dos preguntas:

  1. ¿Es esto amenazante para mí? (valoración primaria). No conseguir mejorar mi RM de Clean & Jerk en el día de hoy sería un fracaso, por lo que me sentiría muy decepcionado (existe amenaza).
  2. Con mis recursos actuales, ¿puedo hacer frente a ello? (valoración secundaria). Llevo 3 meses haciendo trabajo específico de fuerza y progresiones para mejorar la técnica, por lo que puedo conseguir el objetivo.

Como resultado de esta valoración de la situación y de sus recursos, se activa un proceso de estrés positivo en el que percibe el WOD como desafiante, pero debido al trabajo que ha realizado previamente, se siente preparado para hacer frente a ello. Esto le lleva a activar estrategias como las autoinstrucciones técnicas y motivacionales.

¿Cómo llevarlo a la práctica?

Mat Fraser.

1. Redefine la importancia de la situación

No podemos cambiar el WOD porque viene programado por nuestro coach, pero sí podemos cambiar la importancia que le damos al mismo. No, no serás menos crossfiter si decides no ir al 200% en todos los workouts. Hay días que nuestro 100% es un 60-70%, ¡y no pasa nada!

Redefine tus objetivos, reinterpreta la situación y acomoda tu esfuerzo y perseverancia a cómo te sientas cada día. Hacer CrossFit es como escalar una montaña y, según llegas a la cima, vuelves a estar en la base al día siguiente. Algunos días llegarás, y otros no, pero lo importante es seguir caminando en esa dirección.

2. Mejora tus estrategias de afrontamiento

La activación de unas estrategias u otras de afrontamiento vendrá determinado por la valoración secundaria, pero podemos trabajarlo también de forma directa. Para aprender más sobre los tipos de estrategias de afrontamiento, os recomiendo que echéis un vistazo a este artículo donde lo expliqué más detenidamente.

3. Trabaja los 3 autos: autoconcepto, autoeficacia y autoestima.

  • El autoconcepto me permitirá saber cuáles son mis fortalezas y debilidades como atleta, lo que me ayudará a trazar estrategias individualizadas y efectivas.
  • La autoeficacia me recordará que cuento con las capacidades necesarias para hacer frente a una tarea. Este concepto se nutre de historias pasadas de éxito, por lo que es importante dedicar tiempo a trabajar nuestras fortalezas e identificar estas situaciones. Si he podido hacerlo en el pasado, la probabilidad me dice que puedo repetirlo.
  • Tener trabajada mi autoestima me recordará que el rendimiento deportivo no determina mi valía personal. Conseguir o no mejorar el RM de Clean & Jerk no me hará mejor persona y debo ser capaz de reconocer el mérito y el esfuerzo aun cuando no consiga los objetivos que me he marcado. Darme el tiempo necesario para autocompadecerme y prepararme para volver, es un síntoma de fortaleza mental, no debilidad.





- Lazarus, R. S., & Folkman, S. (1984). Stress, appraisal, and coping. Springer publishing company.