abandono deportivo
¿Cómo evitar el abandono deportivo durante la cuarentena?

La cuarentena se ha alargado mucho más allá de lo que hubiéramos anticipado y, entre otras muchas cosas, se ha visto alterada nuestra rutina deportiva. Para muchas personas, esto afectará a su adherencia al ejercicio hasta el punto de llegar al abandono deportivo. En este artículo hablaremos de cómo podemos mantener la motivación durante el estado de alarma.

Ha cambiado la forma de hacer deporte

La inmensa mayoría de los que practican algún tipo de actividad física, lo hace en el exterior: boxes de CrossFit, gimnasios, centros de alto rendimiento, piscinas, etc. Es raro encontrarse con alguien que lleve a cabo sus entrenamientos en casa; pero lo que antes era una excepción, ahora se ha convertido en la norma.

La consecuencia a nivel físico es evidente puesto que la falta de acceso a las condiciones ambientales usuales, impide aplicar las cargas específicas para nuestro deporte. Y a nivel psicológico, la mayoría pasa de entrenar acompañado por otros atletas o su entrenador a hacerlo solo; es decir, hay un tejido social que también se ha visto afectado por la cuarentena.

Bien es cierto que la sociedad se ha adaptado rápidamente a la situación y se han puesto en marcha todo tipo de soluciones: metodología HIIT usando ejercicios de resistencia corporal, clases en directo en RRSS y videollamadas con entrenadores y cuerpo técnico. Pero, ¿qué ocurre si esto no es suficiente?

Ya estamos viendo a personas que han perdido las ganas de entrenar porque hacerlo en casa “no es lo mismo” o porque simplemente no les apetece. Si esta situación se mantiene el tiempo suficiente, podría llegarse gradualmente a un abandono deportivo completo.

¿Por qué se produce el abandono deportivo?

El abandono deportivo puede entenderse de muchas formas, pero para simplificar la cuestión voy a ceñirme a una definición que considero puede ajustarse más a la situación actual: el abandono deportivo por razones controlables.

Dentro de este grupo, podemos encontrarnos con dos situaciones: el abandono por insatisfacción generada por no satisfacer las necesidades personales a través de la actividad; y el abandono por “zapeo”, que suele producirse en atletas que realizan una inversión inicial débil en un deporte (período no superior a un año) “para probar”.

Sarrazin et. al (2002) sometieron a estudio varios modelos teóricos para intentar explicar el fenómeno del abandono deportivo (ver figura 1). El modelo se basaba en que el compromiso deportivo era el constructo que impedía la conducta de abandono y éste podía verse facilitado o debilitado por una serie de antecedentes:

abandono deportivo
Figura 1: Adaptación del modelo de compromiso deportivo (Sarrazin et. al, 2002) en Carlin (2015).
  • Beneficios de la experiencia deportiva: en la medida en que el deportista identifica consecuencias deseables para sí mismo (aprender y mejorar habilidades, ganar masa muscular, ser mejor que los demás, hacer amigos, etc.), su disfrute con la actividad será mayor.
  • Atracción por otras alternativas: deseo de implicarse en otras actividades, sean deportivas o no, distintas al deporte actual.
  • Inversión personal: representa los recursos propios (tiempo, esfuerzo y dinero) destinados a la actividad que se perderían en caso de abandonar ese deporte. El modelo sugiere que existe una relación directa entre la implicación en la práctica deportiva y la inversión personal.
  • Coacciones sociales: las expectativas y la presión que puede ejercer la normativa social o el entorno familiar. Cuanto más perciba esta presión el individuo, más se implicará en la actividad deportiva.

¿Puede la cuarentena provocar un abandono deportivo?

La literatura científica sugiere que la variable de los beneficios anticipados tiene mayor peso al explicar el abandono deportivo y la consecuencia más evidente de la cuarentena es que el acceso a buena parte de esos beneficios está inhabilitado. Por lo tanto, y en respuesta a la pregunta planteada, sí que puede producirse un abandono.

Muchos deportistas pueden estarse encontrando con una falta de estimulación por razones diversas:

  • Patrón repetitivo de los movimientos con material limitado
  • Asociamos nuestro deporte con su contexto (un box para hacer CrossFit, una pista para hacer atletismo, etc.) y pasar a entrenar en el hogar es un cambio ambiental que puede no resultar tan apetitivo.
  • El progreso que uno anticipaba en parámetros de fuerza, habilidad gimnástica o resistencia cardiovascular puede verse truncado.
  • Ausencia de socialización

En suma, todos estos contratiempos (que están fuera de nuestro control) pueden provocar que el individuo considere los costes personales superiores a los beneficios y decida abandonar. Puede ocurrir que el descanso durante la cuarentena sea positivo para muchos; pero para aquellos a los que les costó introducir la actividad física en su estilo de vida, puede suponer un regreso al sedentarismo.

¿Cómo solucionarlo?

abandono deportivo
Pat Vellner entrenando en su casa con una mancuerna. Fuente: instagram de Pat Vellner

Como hemos visto, el abandono deportivo es un fenómeno complejo que puede explicarse por multitud de factores. De modo que proponer una solución universal es harto complicado (por no decir imposible). La clave está en individualizar estas soluciones y para eso, toca regresar a la pregunta de siempre, ¿por qué hago esto?

Si identificas los beneficios que esperas obtener gracias a la actividad deportiva, podrás tomar las decisiones adecuadas.

  • Si lo que más te divierte es medirte contra otros, participa en alguna de las competiciones online como la Home Fitness Championship (gratuita). Algunos boxes como CrossFit Norte Redondela o CrossFit Tetuán han creado ligas internas durante la cuarentena, ¡consulta a tu box!
  • Si lo que buscas es el sentimiento de pertenencia, participa en las clases en directo con tus compañeros u organiza videollamadas para los WODs. De lunes a viernes a las 15:15 de la tarde (hora peninsular), Rich Froning da clases en directo en YouTube (de nada).
  • Si lo que quieres es aprender y mejorar habilidades, aprovecha para trabajar el control postural y la fuerza relativa (relación entre fuerza y peso corporal) con los movimientos gimnásticos: handstand, L-sit, planchas, pushups, etc. Ponte unos objetivos de cuarentena y registra tus progresos.
  • Si tenías previsto competir a medio-largo plazo, comunícate con tu coach y cuerpo técnico para adaptar tu entrenamiento a tus recursos actuales y no perder progreso. Seguro que el material limitado te permite descubrir huecos en tu fitness que de otro modo no habrías identificado.

Todos nos enganchamos al deporte por nuestras propias razones y ahora que la incertidumbre genera tanto caos, es importante recordarlas y, sobre todo, ¡cuidarlas! Muchas veces os daréis cuenta de que no es el material ni la ubicación lo que explica el compromiso deportivo, sino las personas y las experiencias; y, por suerte, a eso aún tenemos acceso (aunque no sea de forma física).













- Carlin, M. (2015). El abandono de la práctica deportiva, motivación y estados de ánimo en deportistas. Wanceulen SL.
- Rusbult, C. E. (1980). Commitment and satisfaction in romantic associations: A test of the investment model. Journal of Experimental Social Psychology, 16, 172-186.
- Rusbult, C. E. (1983). A longitudinal test of the investment model: The development (and deterioration) of satisfaction and commitment in heterosexual involvements. Journal of Personality and Social Psychology, 45, 101-117.
- Sarrazin, P., Vallerand, R., Guillet, E., Pelletier, L., & Cury, F. (2002). Motivation and dropout in female handballers: A 21‐month prospective study. European journal of social psychology32(3), 395-418.
sport adherence
How to maintain exercise adherence during the quarantine?

The quarantine seems to be lasting way longer than we anticipated and, among other things, it’s taken put our sport activities on hold. For many individuals, this may eventually lead to a decrease in exercise adherence. In this article, I’ll be talking about how we can keep our motivation high during the lockdown.

The way we do CrossFit has changed

The majority of individuals who participate in any form of physical activity, do so in an exterior setting: CrossFit boxes, gyms, pools, track, etc. It’s uncommon to come across someone who trains at home; but what was once the exception is now the rule.

The physical consequences of the lockdown are quite obvious in the sense that we lack access to the environmental conditions needed to apply sport-specific stimuli. From a psychological point of view, we’ve gone from training with other athletes and coaches to doing so by our lonesome; so there’s this whole social network that has also been interrupted.

Truth be told, society has adapted to the situation and developed adhoc solutions: HIIT training using bodyweight exercises, online classes on social media, videochat with coaches and support staff… but what if this doesn’t quite cut it?

During the lockdown period, some people have suddenly lost their mojo and just don’t feel like training. If this situation lasts long enough, it may gradually lead to losing their exercise adherence.

Why do we experience a decrease in exercise adherence?

One decides to dropout of sport due to many reasons but for the purpose of this article, I’ll be focusing on those that best apply to the current circumstances: sport dropout due to controllable reasons.

We can find ourselves in one of two situations: dropout due to dissatisfaction when personal needs are not met while participating in sport; and dropout due to lower personal investment (people who get into sport to “try it out” but still haven’t dedicated enough time and effort to feel fully committed).

Sarrazin et. al (2002), based on several commitment studies, developed a theoretical framework to help explain the dropout phenomenon (see figure 1). The model is based on sport commitment being a construct that impedes dropout behavior and how it could enhanced or debilitated by certain antecedents:

Figure 1: Sport dropout explained as a function of debilitated sport commitment (Sarrazin et. al, 2002)
  • Benefits derived from the sport: the more consequences the athlete identifies as beneficial for themselves (learning and perfecting skills, gaining muscle, outperforming others, making friends, etc.), the more they’ll enjoy the activity.
  • Availability of attractive alternatives: the will to be involved in other activities non-related to current sport.
  • Personal investment: this concept represents the personal resources (time, effort and money) we spend on an activity, which would be lost if we were to dropout. This model suggests there’s a direct relationship between involvement in sports and personal investment.
  • Social coercion: expectations and pressure exerted by social convention or immediate support system (family members, close friends, …). If an individual perceives this pressure at a higher level, they’ll be more committed to their sport.

Can the lockdown lead to a dropout?

Literature suggests that anticipated benefits are a variable that best predicts sport dropouts and the most obvious consequence of the lockdown is that we don’t have access to most of these benefits. So, there’s reason to believe there could be a substantial decrease in exercise adherence.

Many athletes may be facing changes in their motivational processes due to various reasons:

  • Repetitiveness of movements during training sessions due to limited equipment
  • We’ve associated our sport with a certain context (you do CrossFit at a box, you run at the track, etc.) and training in a home setting is an environmental modification that may not be as appetitive.
  • The progress we expected to see these months in terms of strength, gymnastics conditioning or cardiovascular endurance may not be up to par.
  • Absence of socialization

Given these inconveniences, you may consider the personal costs higher than the anticipated benefits, and therefore decide to stop exercising. Now, giving our bodies rest during the quarantine could be very positive; however, if you ever struggled to introduce physical activity in your daily routine in the first place, this may bring you one step closer to sedentarism.

Can we fix it?

Pat Vellner training at home with a dumbbell. Source: Pat Vellner on instagram

As we’ve seen, sport dropout is a multifaceted phenomenon, so there’s no universal solution for it. The key aspect relies on implementing personalized solutions based on one’s differences. And to do so, we must go back to the never-ending question: what’s your why?

If you manage to identify the benefits you expect from maintaining exercise adherence, you’ll be able to adapt to the current situation accordingly.

  • If you enjoy competing against others, sign up for any of the trillions of online competitions organized internationally. Also, many boxes have come up with challenges for the lockdown like the Quarantine Classic organized by Training Think Tank or the CrossFit Games Fundraiser. Check out social media cause there’ll be more coming up!
  • If you enjoy making friends and connecting with them through sport, participate in live classes organized at your box or start your own workout posse to throwdown together. FYI, Rich Froning is giving live classes on Mayhem’s YouTube channel, monday thru friday at 8:15 A.M. (central daylight time). Your welcome.
  • If you enjoy learning and perfecting skills, take this time to work on postural control and maximizing strength-to-weight ratio with gymnastic movements: handstand, L-sits, planks, pushups, pistols, etc. Set some goals for the Quarantine and monitor your progress; hold yourself accountable!
  • If your deepest desire is to compete at a higher level in the near future, talk with your coaches and support staff to adapt your program to current resources so you can continue to progress. You’ll most likely run into holes in your fitness you wouldn’t have identified had it not been for the lockdown.

We all get into sports for our own reasons and now that we’re in uncharted territory it’s time to remember them. You’ll find out soon enough that commitment isn’t about equipment or a certain place; it’s about the people and the experiences; luckily for us, we still have access to all that (even if it is through the glass).









- Carlin, M. (2015). El abandono de la práctica deportiva, motivación y estados de ánimo en deportistas. Wanceulen SL.
- Rusbult, C. E. (1980). Commitment and satisfaction in romantic associations: A test of the investment model. Journal of Experimental Social Psychology, 16, 172-186.
- Rusbult, C. E. (1983). A longitudinal test of the investment model: The development (and deterioration) of satisfaction and commitment in heterosexual involvements. Journal of Personality and Social Psychology, 45, 101-117.
- Sarrazin, P., Vallerand, R., Guillet, E., Pelletier, L., & Cury, F. (2002). Motivation and dropout in female handballers: A 21‐month prospective study. European journal of social psychology32(3), 395-418.
thinking errors
¿Cómo influye el pensamiento en el rendimiento deportivo?

En este blog hemos hablado largo y tendido acerca de las emociones y la influencia que ejercen sobre el rendimiento deportivo. No obstante, me veo obligada a dar un paso atrás en ese proceso para ver qué papel desempeña el pensamiento. Así pues, hablaremos de las tendencias y errores de pensamiento y de cómo podemos solucionarlos.

Todo empieza con la percepción

Dos personas no verán una situación de un mismo modo (¡sorpresa!). Aunque resulta evidente, solemos obviarlo en nuestra interacción con el entorno. ¿Por qué? Ah, porque nuestro cerebro es sabio – aunque a veces demasiado – y, a fin de ahorrar en tiempo y recursos, organiza el pensamiento formando tendencias.

Cuando percibo una situación, uso mi lenguaje para emitir una valoración; esa valoración incluye un componente emocional y una explicación causal. Tras exposiciones repetidas a situaciones vitales, surgen estas tendencias de pensamiento para agilizarnos el trámite, pero tienen su porcentaje de error. Cada situación tiene sus singularidades y difícilmente podremos depender de una tendencia de pensamiento general para adaptarnos a todas.

Aquí es donde entran en juego los llamados “errores de pensamiento” (Ellis, 1973) y es que la explicación que doy a un evento y el lenguaje que uso para expresar las emociones que me provoca puede dar lugar a consecuencias poco adaptativas: alteraciones emocionales, conflictos interpersonales, estrategias de afrontamiento pasivas y de evitación y, en el ámbito deportivo, un bajón de rendimiento.

¿Cuáles son los errores de pensamiento más comunes?

1. Atender solo a una parte de la situación

Veámoslo en un ejemplo:

Te apuntas a la clase de las 18:00 para poder ir con un amigo que hacía mucho que no podíais coincidir. El WOD es Nancy – 5 rondas de 400 m run y 15 sentadillas overhead – y aunque te gusta correr, no tienes demasiada confianza en tu posicionamiento overhead. Cuando pones el peso a la barra, consigues hacer 5 repeticiones rompiendo el paralelo (algo que no habías conseguido aún). Empieza el WOD y en los 400 m iniciales encuentras un buen ritmo de carrera que logras mantener todo el entreno. La fatiga hace que tengas que hacer las 15 sentadillas en 3 series. Tu ritmo de carrera permite que no quedes muy por detrás pese a romper más que el resto las repeticiones en la sentadilla. En la última ronda llegas entre los primeros a la barra pero tienes que romper hasta 5 veces. La última repetición la fallas dos veces y después de un descanso más largo, consigues acabar.

Como vemos, la clase ha tenido luces y sombras pero si estamos ante una persona que tiene tendencia a atender a lo negativo, te dirá que ha hecho el ridículo en el WOD, que ha hecho las peores sentadillas de toda la clase y que encima ha fallado la última repetición dos veces. ¿Cómo se sentirá? Ni satisfecho con su rendimiento ni contento por la clase. Sin embargo, también ha podido entrenar con un buen amigo suyo después de mucho tiempo, su trabajo de movilidad empieza a dar resultados y su ritmo de carrera ha demostrado ser de los más sólidos.

Pero, ojo, estos errores de pensamiento también considera el exceso de positivismo. La emoción provocada por algo negativo me va a indicar que existe un problema; si no atiendo a esos aspectos, no pongo en marcha recursos para solucionarlo. Es decir, no voy a poderme adaptar a mis circunstancias.

¿Qué hacer?

Un adecuado equilibrio emocional implica necesariamente “tratar de valorar lo bueno y lo malo con el mismo peso” (Huete, 1997). Lo positivo permitirá reforzar mi autoestima y mi percepción de autoeficacia mientras que lo negativo me ayudará a identificar problemas y hallar soluciones adecuadas para afrontarlos mejor.

Una vez te encuentres a ti mismo observando sólo una parte de tu realidad, proponte ser objetivo. Fíjate en todo lo que ha pasado y ponlo todo en una balanza. Si algo exige soluciones, destina recursos a buscarlas; y si algo ha salido bien, atiende a eso también y celebra esa victoria.

2. Magnificación y minimización

En este caso, estamos identificando correctamente los aspectos positivos y negativos de una situación pero el valor que concedemos a cada uno es muy dispar. Lo positivo recibe una valoración mínima mientras que lo negativo se “amplifica”. De modo que la emoción final viene motivada principalmente por esa valoración negativa.

Este error de pensamiento es más común en personas perfeccionistas que al conceder mayor relevancia a los errores y apenas rendir cuentas de los aciertos, se hallan en estados de insatisfacción generalizados (Huete, 1997). En el peor de los casos esto puede llevar a abandonar tareas por no llegar al estándar de perfección.

¿Qué hacer?

Debemos hacer como en el caso anterior y considerar aspectos positivos y negativos concediendo a ambas el mismo valor. También sería interesante re-evaluar la naturaleza de ese estándar de perfección. Si ese afán de perfeccionismo me lleva a implementar soluciones eficaces, será funcional; mientras que si me lleva al abandono de mi práctica deportiva, debería reconsiderar la importancia que decido concederle.

3. Tendencia a la exageración

Culturalmente es frecuente que usemos adjetivos para describir el impacto emocional de una situación. Así ocurre que los burpees son “horribles”, Murph es “insufrible” y aprender a hacer double-unders es “terrible”. Esto pasa a ser otro de los errores de pensamientos cuando se convierte en tendencia y provocamos en nuestro organismo un malestar emocional amplificado de forma innecesaria.

La frustración aprendiendo double-unders es elevada no tanto porque requiere de unos patrones de movimiento muy coordinados sino que los fallos te penalizan. Literalmente. Los latigazos cada vez que fallas un double-under añaden ese malestar físico que nos lleva muchas veces a maldecir ese movimiento.

Si esto se mantiene a largo plazo, sólo leer “double-unders” en el WOD me producirá una emoción negativa. Si es lo suficientemente intensa, escalaré eternamente a single-unders o directamente me borraré del WOD. No parece demasiado adaptativo, ¿no?

¿Qué hacer?

Lo apropiado sería concederle a las situaciones un adjetivo que valore adecuadamente su repercusión a nivel afectivo. Sobre todo con situaciones-problema que se repiten con frecuencia y que pueden generarnos un malestar más significativo (como el abandonar la práctica de double-unders).

Haced la prueba vosotros mismos. Si falláis un double-under varias veces en medio de un WOD y en vuestra cabeza suena la retahíla (“esto es una mierda”, “vaya porquería”), nuestro organismo responderá con una elevación de la tasa cardíaca porque detecta un problema. Esto no casa bien con esfuerzos de coordinación y los saltos dobles irán peor aún.

Sin embargo, si soy capaz de entender esos fallos como meros “inconvenientes”, sin añadirle la carga emocional que dan las palabrotas, mi organismo lo considerará un problema y lo afrontará de una forma más controlada. No se trata de autoengañarnos y pensar que la vida es maravillosa tras 20 latigazos, sino de impedir que la emoción sea tan intensa como para contaminar mi afrontamiento de la situación.

4. Sobregeneralizar

Esto se observa fácilmente en el uso desmedido de palabras como “nunca”, “siempre”, “imposible”, “incapaz”… y, en última instancia, lo que impide es una correcta identificación de la situación-problema. Si considero que no puedo aprender double-unders porque soy incapaz o porque es imposible, enfrentarme a esa situación implicará un “coste emocional exagerado” y, por ende, mis esfuerzos se verán disminuidos (Huete, 1997).

El mensaje que pretende darme esa reacción emocional es que, por mucho que intente alcanzar el objetivo, no podré conseguirlo y, de nuevo, estamos ante una respuesta desadaptativa. Efectivamente, no aprenderé a hacer double-unders y se genera un hueco en mi fitness; hueco que viene de un error de pensamiento que tiene solución.

¿Qué hacer?

Los double-unders, igual que otras habilidades físicas, llevan tiempo y práctica. No son imposibles de alcanzar. Uno no nace con esa capacidad innata sino que dedica tiempo a desarrollar esa habilidad. Discrimina cuáles son los motivos por los que no estás logrando el objetivo.

Cambia el dominio temporal de tu valoración. No es que nunca consigas hacer double-unders; es que por ahora no puedes hacer double-unders. Siéntate con tu coach y que te ayude a identificar tus fallos, que te proponga progresiones para corregirlo y ponte a ello. El que ocurra antes o después, es mera cuestión de tiempo y esfuerzo.

5. Deberías

errores de pensamiento
Tim Paulson en el evento “Two Stroke Pull” en los 2018 CrossFit Games. Source: Tim Paulson

En esta vida todos nos enfrentamos a una serie de “obligaciones” profesionales, sociales y personales. El problema llega cuando, al enfrentarnos a esas actividades, nuestros pensamientos reflejen emociones negativas, como si no disfrutásemos de hacer estas cosas y fuera algo inevitable.

“Tengo que entrenar mis pullups”. “Debería ir al WOD de primera hora de la mañana”. “Tendría que mejorar mi alimentación para rendir bien”. Estas ideas conllevan una obligatoriedad; si no las hago, implica alguna consecuencia negativa (no conseguiré mi primera dominada estricta, no podré entrenar por no tener más tiempo, peor rendimiento, etc.).

¿Qué hacer?

En una entrevista que tuve con Tim Paulson, éste ilustró una maravillosa manera de corregir errores de pensamiento. Hablaba del trabajo de rope climbs sin piernas. Hacerlo 3 veces a la semana puede convertirse en un tedio, considerando que no se le da bien y puede producir grandes dosis de frustración.

No obstante, cuando piensa en por qué lo está haciendo, se da cuenta de que es porque en 2019 fue cortado de los Games porque los rope climbs sin piernas no se le daban bien. Eso le generó un estado emocional tan negativo que ha decidido no volver a sentirse así. Por eso trabaja la cuerda 3 días a la semana y, por eso, ya no lo ve como “trabajo” sino como algo que le dará ventajas como atleta.

Analiza en profundidad el porqué de cada uno de tus “debos y tengos” y descubre cuáles son las ventajas e inconvenientes de seguir adelante con ellos o no. En caso de que te reporten grandes beneficios, cambiará tu forma de verlo; y si realmente no te aportan nada, ¡cámbialos por otros!

6. Pensamientos anticipatorios (emociones sin situaciones)

Este puede verse sobre todo en el contexto de una competición deportiva. Se generan infinidad de expectativas. Esto cumple una función muy necesaria pero en el caso de las anticipaciones negativas podemos encontrarnos ante dos tipos:

  • Los temibles “y si…” , que se formulan como probabilidades
  • Los “seguro que…”, que tomamos como verdades absolutas

Peor aún es que estas anticipaciones negativas formen una cadena y éstas culminen en una conclusión catastrofista (Ellis, 1973). Por ejemplo: ¿y si fallo mi primer snatch? Seguro que los demás levantan más que yo. ¿Y si no consigo un solo levantamiento? No voy a poder terminar la competición. Seguro que me echan antes de tiempo y habré venido para nada.

Si, efectivamente, por no haber subido una puntuación al evento del snatch te echan de la competición, dirás “si es que lo sabía” y se dará la famosa profecía auto-cumplida. Muchas veces, esas situaciones vienen provocada por esa inadecuada gestión emocional. Por ello, es importante controlar nuestro pensamiento.

¿Qué hacer?

No censurar las expectativas del todo porque son muy útiles para prever posibles contratiempos y preparar acciones para prevenir su aparición o solucionarlo una vez se dé. Identifiquemos esos problemas y respondamos a dos preguntas (siguiendo el ejemplo previo):

  • ¿Existe alguna posibilidad de que consiga completar los 3 levantamientos de snatch? Pues teniendo en cuenta el trabajo que seguramente le hayas dedicado a los levantamientos olímpicos y a planificar tu estrategia, sí que existe la posibilidad.
  • Si hay posibilidades de que no consiga un solo snatch y me echen de la competición, ¿qué puedo hacer para evitarlo o solucionarlo? Puedo empezar con un peso conservador para garantizar una puntuación y así evitar que me echen.

PRACTICAR A DIARIO

Pillarte a ti mismo cometiendo errores de pensamiento cuando no toca es como aprender a hacer double-unders, ¡lleva tiempo! Cada uno tiene las suyas y están tan automatizadas que requiere mucho esfuerzo sacarlas de su cueva. Una vez las detectes, ármate con tus argumentos alternativos e intenta buscar soluciones eficaces.


“El estado de ánimo depende de las situaciones que lo desencadenan pero fundamentalmente de las percepciones que tenemos sobre ellas.”

Extracto del libro “Aprender a pensar bien” (Huete, 1997)




















- Ellis, A. (1973). Rational-emotive therapy (pp. 32-44). Big Sur Recordings. 
- Huete, E. G., (1997). Aprender a pensar bien, España, Madrid: Aguilar.