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Rendir bajo presión: ¿nadas o te ahogas?
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El rendimiento bajo condiciones de presión es algo que se ha estudiado ampliamente en la Psicología Deportiva. Los mecanismos cognitivos, fisiológicos y comportamentales que subyacen a los bajones de rendimiento son de interés para deportistas de élite. Fruto de esa investigación, surge un conocimiento que nos es útil a todos los que practicamos deporte. En cualquier momento nos puede ocurrir que rindamos por debajo de nuestra expectativa. Es importante que sepamos analizar las causas para impedir su ocurrencia en el futuro.

En este sentido, el impacto psicológico de ese primer desencuentro competitivo puede llegar a romper a un atleta (Sutton y McIlWain, 2015). A Rich Froning le pasó en la final de los CrossFit Games de 2010. Y a Tia Clair-Toomey en la final de los CrossFit Games de 2016. Ambos fallaron en su estrategia para abordar la final y sucumbieron a la presión. 

Tras un período necesario de reagrupamiento mental, volvieron con fuerzas renovadas a la competición. Ambos pasaron a ganar títulos en los Games de forma consecutiva. Froning convirtió las escaladas de cuerda en uno de sus movimientos estelares. Tia pasó de ser consistente entre las 5 primeras, a dominar y masacrar a la competencia en cualquier evento. 

El objetivo de este artículo es sumergirnos en los aspectos psicológicos que explican estos defectos de rendimiento. Será entonces, cuando pasemos a ver cómo controlar el efecto de esos mecanismos para que actúen en nuestro favor.

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Rich Froning en los CrossFit Games de 2010. Fuente: Blog de los CrossFit Games.

¿Por qué nos ahogamos bajo presión?

Antes de entrar en el cómo, necesitamos un por qué. La presión deportiva ejerce una fuerte influencia sobre el rendimiento pero cuáles son las especificaciones. La literatura científica al respecto, apoya dos corrientes teóricas: teorías de auto-focalización y teorías de distracción (Sutton y McIllwain, 2015). 

Teorías de auto-focalización

La premisa de estas teorías es que las situaciones competitivas facilitan la aparición de un exceso de autoconciencia. Esto, conlleva un intento deliberado del deportista por controlar procesos motores que, en condiciones normales, están automatizados. Consecuentemente, aparecen los errores de ejecución. Otros modelos (Baumeister y Showers, 1986) añadieron factores mediadores: contingencias de refuerzo y castigo, complejidad de la tarea, nivel de habilidad, entre otros. Masters (1992) dio un paso más al aseverar que el conocimiento explícito de la habilidad es lo que interfiere con la ejecución. Cuando el atleta percibe que es indispensable lograr un rendimiento excelente, intenta controlar su ejecución usando conocimiento explícito.

La piedra angular de estas teorías es el concepto de la autoconciencia inducida por la presión. En etapas tempranas del aprendizaje de habilidades deportivas, el procesamiento controlado es necesario para monitorizar y perfeccionar. Con el tiempo, la maestría evoluciona hasta el punto en que ya no es necesario ejercer este nivel de procesamiento; se convierte en una habilidad automatizada. La autoconciencia consigue devolverte a esos estadios iniciales. Paradójicamente, el intento consciente por ejecutar una habilidad automática produce un efecto indeseado: el fallo.

Teorías de distracción

“El rendimiento bajo presión genera preocupaciones sobre la situación que compiten en memoria de trabajo con las operaciones de control que gobiernan la ejecución de la tarea, complicando esos procesos y, consecuentemente, el rendimiento.” (Sutton y McIllwain, 2015) Para estas teorías, el aspecto fundamental es la limitación que restringe la actuación de nuestra memoria de trabajo (encargada de almacenar y elaborar información de forma temporal). 

Cuando realizamos cualquier tarea en un contexto deportivo, nuestra memoria operativa está bajo grandes exigencias. Necesita analizar y actualizar información que le llega de la competición a la vez que monitoriza nuestro movimiento. Los recursos de los que dispone son escasos ya para empezar. Si incrementamos la demanda introduciendo pensamientos negativos o preocupaciones, los recursos destinados a permitir el rendimiento bajan aún más, llevando a errores de ejecución.

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El que nada, no se ahoga

Ahora que ya sabemos lo que ocurre cuando nos ahogamos bajo presión, es hora de cambiar el enfoque. ¿Cuáles son las características de un rendimiento clave bajo presión? Todos conocemos alguna situación. El futbolista que mete un penalti decisivo para darle la victoria a su equipo. O ese atleta que, en su último intento, consigue levantar un peso que le da los 100 puntos. Swann et. al (2017) investigaron estos mecanismos para construir un modelo integrado de los estados mentales que se dan durante estas situaciones (he escogido unos pocos pues considero que se solapan muchos constructos de los que exponen)

Confía en tu entrenamiento

Estoy segura de que lo has oído antes, pero la ciencia apoya esta afirmación. Tanto procesos automáticos como controlados son requeridos para un rendimiento óptimo. Necesitas saber cuándo poner tu memoria operativa al límite y cuándo no.

Como sabemos, habilidades deportivas que acaparen muchos recursos de tu memoria de trabajo, incrementan las posibilidades de fracasar. Pero habrá situaciones que dependan de tu capacidad cognitiva para adaptarte a un evento incierto. Uno como “Chaos” (CrossFit Games 2018) requiere de todo lo que tu memoria operativa pueda ofrecer. No sabes ni las repeticiones ni los movimientos así que necesitas ir actualizando tu estrategia de forma continua si quieres esos 100 puntos. Eso significa que tu memoria operativa va a tener que trabajar a destajo para energizar procesos de ejecución, solución de problemas y toma de decisiones. Es un riesgo calculado que habrá que asumir en algunas circunstancias.

Por el contrario, habilidades motoras automatizadas sólo se verán perjudicadas cuando la autoconciencia inducida por presión haga acto de presencia. Un ejemplo de esto puede ser un evento de repetición máxima. Tú ya sabes cuánto puedes levantar. Lo has practicado millones de veces en una variedad de escenarios. Claro que tienes que jugar un poco con la estrategia pero cuando se trate de levantar, no puedes dar pie a la duda. Tu cerebro sabe muy bien cómo ejecutar el movimiento. Déjale hacer lo que tiene que hacer.

Mantente optimista y evita el pensamiento negativo

Del dicho al hecho… lo sé. Pero sigue siendo importante que lo tengas en mente. El diálogo interno, como vimos en otro post, guía nuestro procesamiento emocional e interactúa con nuestro rendimiento. Si lo mantenemos libre de negatividad, duda y baja confianza, nuestra tasa de éxito incrementará de forma significativa.

Percibe el control en tu ejecución 

Otro aspecto comúnmente asociado a atletas que rinden bien bajo presión es una elevada percepción de control. Una ejecución exitosa depende de ellos mismos y nivel de concentración. Sin distracciones. Intenta apuntar tu locus de control hacia dentro en entrenamientos. Reducirás la incertidumbre cuando llegue la hora de competir. Si sabes lo que vales, tu rendimiento cumplirá con tu expectativa.

Christensen, W., Sutton, J., & McIlwain, D. (2015). Putting pressure on theories of choking: Towards an expanded perspective on breakdown in skilled performance. Phenomenology and the Cognitive Sciences, 14(2), 253-293.
Swann, C., Crust, L., Jackman, P., Vella, S. A., Allen, M. S., & Keegan, R. (2017). Psychological states underlying excellent performance in sport: Toward an integrated model of flow and clutch states. Journal of Applied Sport Psychology, 29(4), 375-401.
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El impacto psicológico de las lesiones deportivas

Las lesiones representan un capítulo de interés en el estudio de la psicología deportiva. Dada su incidencia y las consecuencias que arrastra para los deportistas, entrenadores y familiares, se trata de un aspecto que merece mención aparte.

El estudio de las lesiones deportivas desde un prisma psicológico comenzó allá en los 70, pero no sería hasta la década de los 80 que se definirían tres líneas de investigación concretas:

  • La vulnerabilidad psicológica como factor de riesgo para sufrir lesiones
  • La influencia de la historia de lesiones del deportista
  • Reacciones emocionales frente a una lesión

Para este post voy a concentrarme en esa última, las reacciones emocionales que siguen a una lesión y cómo podemos intervenir a nivel psicológico para controlar su impacto sobre el proceso de recuperación.

Papel del estrés en las lesiones deportivas

Parece evidente que una lesión va a afectar el plano emocional del deportista, resultando en fluctuaciones del estado de ánimo y dificultad de adherencia a programas de rehabilitación. Pero existen factores que inician y mantienen este desequilibrio afectivo. El primero y más importante de todos ellos: el estrés.

En primer lugar, el estrés protagoniza un círculo vicioso en el cual hace al deportista más vulnerable para lesionarse y, además, aparece con más facilidad a raíz de una lesión (Ortín, Garcés de los Fayos y Olmedilla, 2010). Parece importante, pues, tener en cuenta los estresores que acompañan al individuo pero éstos cambian según la modalidad deportiva:

  • En el deporte de alto rendimiento: disciplina del club, exigencia de resultados y de progreso
  • En el deporte para la salud: adherencia, bienestar subjetivo, conciliación con la vida familiar y laboral

Desde el punto de vista preventivo, es importante saber qué estresores están afectando al deportista y en qué contexto se producen. El impacto negativo de la lesión se relaciona directamente con el tiempo que lleva el atleta practicando su deporte (Santi y Pietrantoni, 2013). Y la razón es sencilla. Un medallista olímpico o un jugador de fútbol que lleven toda su vida haciendo su deporte relacionan su identidad con su faceta atlética por lo que su afecto negativo a raíz de una lesión siempre será mayor.

Pero no significa que el estrés causado por una lesión en alguien que practica deporte de forma recreativa no pueda ser de una intensidad considerable. Muchas personas convierten el deporte en una fuente de sensaciones positivas y de afrontamiento de situaciones vitales. Cuando el acceso a esa fuente se interrumpe, también tiene consecuencias negativas. Es importante considerar la función que cumple el deporte para el individuo pues nos sirve para explicar su afectividad tras la lesión.

Ciclo afectivo de la lesión (O’Connor et. al, 2005)

O’Connor et. al (2005) describieron las consecuencias emocionales tras una lesión como un “ciclo afectivo”. La recuperación emocional del deportista no es en absoluto lineal, sino que es un ciclo que varía día a día (Podlog, Heil y Schulte, 2014). Se ve afectado, en gran medida, por los estadios de la rehabilitación pues cada una representa su propio desafío y, por ende, cambiará la reacción emocional del deportista.

  • Negación: en un primer momento, el deportista no reconoce el alcance de la lesión e incluso puede sentirse positivo y optimista frente a la recuperación. En las primeras fases es incluso adaptativo que se produzca este mecanismo.
  • Afecto negativo (ira, miedo, ansiedad, etc.): una vez que se asienta la idea de que la lesión apartará al individuo de la práctica deportiva aparecen sentimientos de pérdida, miedo a recaídas, preocupación excesiva, etc.
  • Afrontamiento: incluye una evaluación de recursos, establecimiento de objetivos realistas, compromiso, control atencional y cooperación con el equipo médico. Se trata de la respuesta más funcional ante una lesión y a la que deben aspirar todos los deportistas.
como afrontar una lesion

3 cosas para mejorar la gestión de emociones

Como hemos visto, una lesión ejerce una larga influencia sobre el estado afectivo del deportista. Se alternarán momentos de decaimiento y optimismo, motivados por los miles de pensamientos que confluyen cuando uno se lesiona: deseo de volver, miedo de no volver a estar como antes, indefensión, impaciencia por los progresos, etc.

Es importante que el entorno, el equipo médico e incluso el propio deportista tengan en mente estas 3 herramientas que pueden ayudar a que la motivación y la adherencia al tratamiento se mantengan para propiciar una adecuada recuperación:

  1. Dar más información acerca del proceso de rehabilitación ayuda a reducir la ansiedad del atleta pues le permite ver la situación de forma realista.
  2. Aprender a no depender de la medicación contra el dolor además de conocer la diferencia entre dolores propios de la lesión y molestias derivadas de un proceso de rehabilitación (esta educación debe darla el profesional)
  3. Establecer objetivos para favorecer la motivación y el compromiso del deportista, además de guiar su proceso de recuperación. Estos objetivos deben ser realistas, medibles, específicos, estimulantes y temporalizados (a corto, medio y largo plazo). Tiene un impacto positivo sobre la sensación de control del deportista y su activación frente a la rehabilitación.
- O’Connor, E., Heil, J., Harmer, P. & Zimmerman, I. (2005). Injury. In J. Taylor, & G. Wilson (Eds.), Applying sport psychology (pp. 187-206). Champaign, IL: Human Kinetics. 
- Ortín Montero, F. J., Garcés de los Fayos Ruiz, E. J., & Olmedilla Zafra, A. (2010). Influencia de los factores psicológicos en las lesiones deportivas. Papeles del psicólogo31(3).
- Podlog, L., Heil, J., & Schulte, S. (2014). Psychosocial factors in sports injury rehabilitation and return to play. Physical Medicine and Rehabilitation Clinics25(4), 915-930.
- Santi, G., & Pietrantoni, L. (2013). Psychology of sport injury rehabilitation: a review of models and interventions.
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Tomar las decisiones correctas en competición

El fútbol, el judo, el ajedrez, etc… son deportes donde tus acciones deben interactuar con las de tus rivales para alcanzar el éxito. Sin embargo, en el CrossFit, el éxito depende enteramente de tu rendimiento. Debes hacerlo mejor que el de al lado y punto. Por eso es tan importante la toma de decisiones.

Esto puede hacerte creer que la toma de decisiones es mucho más sencilla. Sólo debes concentrarte en tu rendimiento, ¿verdad? Sí, pero no. La competición tiene sus complejidades añadidas y esto modifica el entorno en que las decisiones deben tomarse. Un evento en sí mismo está construido por pequeñas decisiones que conforman un grupo de acciones que deben estar sincronizadas. Surgen, entonces, cuestiones de interés.

  • ¿Cuál es mi mejor movimiento?
  • ¿Cuál es el punto débil de mi rival?
  • ¿Quiero ganar el evento o quiero mantenerme por delante de los que me siguen en la clasificación?

Estas situaciones exigen una toma de decisiones casi perfecta. De modo que alguna suerte de estrategia es necesaria. Una competición no es sólo un conjunto de eventos, igual que un chipper no es un conjunto de movimientos.

La gran duda es… ¿cómo me aseguro de que mi toma de decisiones es adecuada en un contexto competitivo? La respuesta a eso se apoya en los dos aspectos que subyacen a este proceso: atención y anticipación.

La atención: el prisma por el que lo veo todo

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Aquí es donde ocurre la magia. Generalmente, la atención puede ser orientada a una meta u orientada a un estímulo. En este contexto, es preferible que nuestra atención focalice en nuestros objetivos y no tanto en estímulos inesperados que puedan aparecer. Dado que nuestros recursos atencionales son más bien limitados, nuestra atención selectiva se asegurará de subrayar sólo la información más relevante – pudiendo proceder de una fuente interna o externa –.

Si elegimos los estímulos internos, estaríamos atendiendo a nuestros patrones motores, respiración, emociones, pensamientos automáticos y demás. Esta información puede parecer irrelevante para deportes de invasión pero no para el CrossFit. Ciertos eventos requieren de habilidades que o los tienes, o no (caminar haciendo el pino a través de unos obstáculos, hacer una arrancada de 135 kg o correr 5k en 20 minutos). Tu puesto en ese evento depende de tu rendimiento. Por eso el grueso de tu atención debe tener un enfoque interno.

¿Qué ocurre con aquellos eventos en los que nadie sabe qué esperar de su rendimiento? Nadie había tocado el Cerdo o el Caracol en los CrossFit Games; ¿dónde focalizar mi atención? Ahí es cuando debes dividir tu atención entre la ejecución de la tarea y el comportamiento de tus rivales. Necesitas obtener toda la información que puedas de ambas fuentes para elegir y ejecutar el curso de acción más eficiente.

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Anticípate al problema para preparar la respuesta

La anticipación es una de las habilidades más admiradas en deportes de invasión. La capacidad de prever acciones en nuestros rivales o compañeros me permite estar siempre un paso por delante de las situaciones para poder tomar la decisión correcta. En CrossFit esto también es de valorar.

Rich Froning era uno de los mejores cuando de anticiparse se trataba. Una vida entera compitiendo en diferentes deportes y una habilidad innata para analizar el comportamiento en competición, le convierten en un gran estratega. No sólo tiene una gran capacidad física, sino que sabe exactamente cómo jugarle al rival.

Un ejemplo de esto fue el Sprint Chipper de los CrossFit Games de 2013. 21 GHD situps con un medball, power snatches y burpees sobre un muro. Froning había estado jugándose el liderato contra Jason Khalipa durante todo el fin de semana y necesitaba ganarle en los eventos que quedaban si quería llevarse su tercer oro consecutivo. Cuando llegaron a los snatches, iban exactamente a la par. Froning dijo que sabía que Khalipa soltaría la barra en algún momento. ¿Qué hizo? Hacer una repetición más cuando Khalipa soltara y así ponerse por delante. La anticipación le dio la minúscula ventaja que le acabaría dando los 100 puntos en el evento.

Más sabe el diablo…

La experiencia es una fuente muy valiosa de información y es registrada con mimo en nuestra memoria a largo plazo. Apóyate en experiencias pasadas para analizar nuestro rendimiento, detectar problemas y diseñar posibles soluciones. Nunca sabes cuando puedes enfrentarte a una situación futura similar y estarás mejor preparado si ya tienes una alternativa de solución.