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Cómo usar la memoria para mejorar tu rendimiento

Parece una locura, ¿verdad? Pero lo cierto es que procesos cognitivos básicos como la atención o la memoria son clave para mantener a tono el cerebro en momentos de alta presión como vimos en otro artículo. Y es que, en última instancia, es el gran culpable de mejorar tu rendimiento para alcanzar los éxitos deportivos y personales.

En este artículo en particular me voy a centrar en dos nociones básicas. De la memoria podría escribir muchas cosas pero he preferido tocar sólo dos por su aplicación al ámbito deportivo (algo más de tiempo le dedicaré en un futuro no muy lejano).

¿Por qué recordamos mejor los momentos malos?

Para responder a esto hay que pensar en la evolución que ha vivido nuestro cerebro gracias a las peripecias de nuestros antepasados homínidos.

Cuando una situación nos provoca cualquier manifestación de afecto negativo, se activan nuestras respuestas de evitación o escape por un principio instintivo de evitación del daño. Los primeros hombres se enfrentaban a animales, vivían en condiciones muy adversas y lo que ellos tenían por situaciones aversivas literalmente ponía en riesgo sus vidas. Por lo que el cerebro empezó a tomar nota de estas situaciones con más dedicación. ¿Para qué? Para estar preparado para atacar o escapar ante el menor indicio de estar ante una situación parecida.

Ahora viajamos de vuelta al presente. Nuestras situaciones negativas no suelen implicar un riesgo inminente para nuestra integridad física pero el cableado de nuestro cerebro es el mismo. El gran jefe sigue dedicado a listar con detalle las situaciones que nos han hecho daño para que podamos evitarlas lo mejor posible. Ya no es nuestra supervivencia física la que está en juego, sino la emocional.

Qué paradójico que el solo hecho de recordar lo malo con más detalle sea, en sí, tan doloroso, ¿verdad?

La memoria: un testigo ¿fiable?

Para aquellos que tienen a bien que su memoria es infalible (algo de lo que me declaro culpable), no pueden hallarse más lejos de la realidad.

Para comprobarlo os propongo un sencillo experimento: ve el siguiente vídeo y, una vez termine, responde a este cuestionario:

¿De qué color es el coche que conduce?
¿De qué color son las llantas?
¿De qué marca es el coche?
¿Qué canción escucha el conductor?
¿Qué ropa lleva el conductor?
¿Cuál de los atracadores masca chicle?
¿En qué lado de la boca tiene el lunar el conductor?
¿Cómo se llama el banco que atracan?
¿En qué dirección arrancha el coche para escapar?
¿Cuántos semáforos se salta?

Mañana sobre la misma hora (a ser posible) vuelve a contestar el cuestionario sin volver a ver el vídeo y sin mirar tus anteriores respuestas. Y pasado mañana, repites el proceso. Cuando tengas las tres versiones, compáralas. ¿Son copias calcadas o hay diferencias entre unas y otras?

¿Por qué hay disparidad entre versiones? Pues porque no somos robots, hombre. Registramos de forma activa la información por lo que – inconscientemente – la aderezamos con nuestras propias experiencias, emociones, principios y valores. Y no sólo en el momento del registro sino que, cuando ya es almacenada, interactúa de forma muy dinámica con otros recuerdos ya guardados.

Por eso dos personas no recuerdan la misma situación de igual manera. Lo que hace que las discusiones sean tan interesantes y tan absurdas porque, visto que la memoria es traicionera, ¿cómo puede uno estar tan seguro de llevar la razón?

¿Cómo aplicamos estas nociones al deporte?

Respecto al primero – esa mala manía de que constantemente nos acordemos de aquel jerk fallido que nos costó un primer puesto -, decir que no tiene por qué ser tan negativo e incluso puede servir para mejorar tu rendimiento.

Hace no mucho, Mat Fraser dijo que odiaba la medalla de plata de 2015 porque no había hecho las cosas bien y le costó la victoria. Sin embargo, a día de hoy, le gusta mirar esa medalla porque le sirvió para detectar sus fallos y dejar de escurrir el bulto. Lo que le ha convertido en el atleta más en forma del mundo 4 años consecutivos desde aquel tropiezo. Recordar algo malo no tiene por qué ser tan devastador si sabemos aprender de ello.

mejorar tu rendimiento
Jeff Evans hablando con el juez Carson en los Atlantic Regionals de 2016. Fuente: The Barbell Spin.

Y en cuanto a la fiabilidad de la memoria… por favor, ejerzamos la humildad en la medida de lo posible. Por muchos motivos. En competición o entrenando vamos a estar fuertemente influenciados por esa activación por lo que ya estamos sesgando la memoria.

Un buen ejemplo para verlo es con los no-reps en competición. Jeff Evans tuvo un no-rep muy costoso en los Atlantic Regionals de 2016 que le privó de volver a los Games. La verdad que era dudoso por lo que pudo sentir mucha rabia contra el juez (aunque resultó ser legítimo). Sin embargo, mostró una madurez emocional de 10 al ceñirse única y exclusivamente a los errores previos en la competición que le llevaron a estar en una posición tan precaria durante el último evento.

Otro atleta con una peor gestión emocional hubiera entrado en bucle, recordando una y otra vez el gesto del juez, la sensación de devastación al hacer otro rope climb sabiendo que ya daba igual… pero eso no era lo más adecuado dada la situación.

Por eso es importante que le deis el enfoque más positivo posible a vuestros recuerdos y que la memoria sirva para mantener la energía en los días duros y conseguir mejorar tu rendimiento. A algunos les ayudará más visualizar los fracasos anteriores para recordar que no quieren que vuelva a pasar; otros quizá necesiten recurrir a sus historias pasadas de éxito. Sea como fuere, la memoria puede ser de gran utilidad para mantener viva la llama pero siempre con pies de plomo.

cognitive rigidity
Rigidez vs flexibilidad cognitiva: ¿qué efectos tiene?

El ser humano tiene gran apego a su sistema de creencias. Y no es cosa de la casualidad. Son principios que se han ido gestando fruto de nuestra interacción con el entorno. ¿Cómo no ibas a cogerle cariño?

El problema viene cuando este cariño se vuelve desmedido y entendemos nuestras creencias como únicas e inviolables. No debemos olvidar que precisamente porque se forman a raíz de nuestras propias experiencias, son enteramente subjetivas.

Cambian con el tiempo y dependen en cada instancia de las circunstancias del momento. Es decir que pueden coexistir ideas fraguadas en etapas vitales muy distintas y lejanas entre sí; ¡y aún así tratamos a todas como si fueran inamovibles!

Aquí es donde entran en juego los conceptos de la flexibilidad y la rigidez cognitiva. Un ejemplo de rigidez cognitiva es el de un atleta que de forma consistente hace los WODs en Rx cuando aún no tiene la capacidad física general para soportarlo motivado por la creencia de que sólo trabajando por encima de sus posibilidades conseguirá mejorar.

Un atleta con flexibilidad cognitiva, ante la misma situación y con la misma creencia, puede optar por seguir la recomendación del coach y modificar el entreno pese a que choque frontalmente con sus creencias sobre el progreso. Para su sorpresa, consigue sacar el estímulo indicado mientras que el otro atleta se estanca nada más empezar.

Entonces… ¿ambos podemos tener las mismas ideas?

Correcto. El contenido de las creencias no determina necesariamente el estilo flexible o rígido. Es el uso que hacemos de ellas lo que establece el patrón.

Consecuencias de la rigidez cognitiva

La rigidez cognitiva puede tener efectos nocivos en la iniciación y mantenimiento de trastornos psicológicos. Y, sin llegar al polo más extremo, puede afectar también a las relaciones sociales. Si lo pensamos, tiene bastante sentido.

Los trastornos de ansiedad generalizada o el TOC se caracterizan por la preocupación excesiva. Los trastornos de depresión conllevan pensamientos de inseguridad y de desesperanza hacia el futuro. La rigidez cognitiva dificulta el proceso de reconstruir esos pensamientos y reinterpretar las situaciones.

El contenido del pensamiento es esencial para nuestro comportamiento. Los sentimientos se verán guiados por nuestras creencias e ideas como ya vimos en otro artículo. Por eso es tan importante entrenar la flexibilidad.

Aprender a desaprender

Imagínate un pensamiento como un snatch. Tienes la salida, los tres tirones, la fase de vuelo, la recepción y el drive. Hay gente que no termina el segundo tirón y otros que no reciben la barra en la posición correcta; es decir, todos erramos en distintos puntos… y lo mismo pasa con el pensamiento.

Hay gente que lleva 3 años haciendo el snatch sin el empujón de cadera y cuando quieren corregirlo se dan cuenta de que modificar el patrón de movimiento a esas alturas es mucho más complicado. Identificar errores en patrones automatizados es ardua tarea, sin duda, pero posible con un adecuado entrenamiento.

Usa a tu abogado defensor

Tu sistema de creencias cumple una función altamente relevante y debes darle la importancia que merece, ni más ni menos. Pero no dudes en dudar de vez en cuando. Quizá seas de los que piensa que el fin justifica los medios en halterofilia o que hacer pesas te pondrá demasiado musculosa y no quieres verte así. Pregúntate por qué. Sólo eso. Abre la veda a distintas perspectivas.

Resulta casi ofensivo asumir que sólo tenemos capacidad para emitir una forma de ver las cosas. En nuestras cabecitas entran un sinfín de prismas y es beneficioso para la salud mental ayudarse de más de una.

A mí me gusta llamarlo «el abogado defensor». Cuando me asalta una idea preconcebida – y he acertado a identificarlo – empiezo a hacerle un interrogatorio. A ver qué tal se sostienen esos argumentos una vez que les subes a la palestra. Haz la prueba algún día y me cuentas a ver cuánto tardas en desmontarlo.

¡Dóblate antes de romperte!

En resumidas cuentas… la flexibilidad cognitiva te abrirá más puertas física y mentalmente. Y si has podido mentalizarte de estirar a diario para mejorar tu flexibilidad porque sabes que te dará beneficios en el CrossFit, no te costará tanto hacerlo para mejorar tu cabeza en general.

control
Quién es responsable del éxito deportivo: yo o mi circunstancia

Ortega y Gasset ya dijo aquello de “Yo soy yo y mi circunstancia” y razón no le faltaba. Somos el producto de una interacción entre la persona y el ambiente. Y en una búsqueda incesante de información, intentamos señalar responsables. Es del todo adaptativo porque nos permite ejercer algún tipo de control en dichas situaciones.

Si bien es cierto que las atribuciones no siempre serán las mismas – recordemos que no todo es blanco o negro – sí que existe cierta tendencia en los individuos. Así, encontramos que hay personas que, de forma generalizada, piensan que lo que les sucede se debe a factores externos. Asimismo, hay otros que suelen creer que lo que ocurre a su alrededor depende de factores internos.

Rotter (1966) describió este concepto como “locus de control”, distinguiendo entre locus de control externo o interno. Cada uno de nosotros, de forma más o menos estable, o asumimos la responsabilidad de lo que nos rodea o le damos ese papel al entorno.

¿Qué relación tiene el locus de control con el deporte?

En un estudio, Jambor y Rudisill (1992) dieron con un interesante hallazgo. Los deportistas con un locus de control externo suelen elegir deportes colectivos. Por otro lado, los deportistas que puntúan alto en locus de control interno, se decantan más por los deportes individuales.

Para los deportistas del primer caso, el éxito deportivo lo explicarán como producto de la suerte o la casualidad, un rendimiento excelente de sus compañeros o demérito de los contrarios. Por el contrario, los deportistas con más locus de control interno, entenderán que su éxito es consecuencia directa de la calidad de sus entrenamientos, su esfuerzo y su dedicación.

Así a bote pronto puedes pensar que el locus de control interno es el que mejor predice la excelencia en el rendimiento deportivo pero todo depende de la modalidad deportiva y de la situación en particular. Un deportista con locus de control interno que depende de que un miembro de su equipo termine su porción del WOD, puede ponerse nervioso y sentirse impaciente – lo que puede esquilmar su propio desempeño -. Por otra parte, un deportista que culpe al juez por haberle negado muchas repeticiones puede sufrir un bajón de rendimiento. La cuestión es que cada situación exigirá su propia atribución y es importante que aprendamos a diferenciar.

“Si es algo que no puedo controlar (…) simplemente tengo que aceptar lo que ocurra’

Mat Fraser en una entrevista con Craig Richey

En una entrevista reciente, Mat Fraser habla de usar listas con tareas a realizar para su día a día. Advierte que en esas listas sólo entran las tareas que están bajo su control y cómo las va a controlar. Todo aquello que está fuera de su control, ni siquiera lo apunta; se limita a aceptar las consecuencias, sean las que sean.

Si ha ido bien, he sido yo; si ha ido mal… ha sido otro

Este doble rasero en las atribuciones no podía faltar. Y ocurre en todos los ámbitos del deporte en particular y de la vida en general. Cuando las cosas las hacemos bien, nos gusta colgarnos la medalla. Cuando las cosas no las hacemos bien, culpamos al tiempo, a los semáforos en rojo y al mismísimo Papa. Párate antes de señalar a nadie y dale el control de la situación al que tenga que ejecutarla en cada momento.

  • De externo a interno: Si un juez te está negando reps, no esperes al final del evento para ir a rendirle cuentas y echarle las culpas. A lo mejor no estás descendiendo por debajo del paralelo en la sentadilla o no estás bloqueando los codos en el muscle-up.

Esta situación se ha dado a menudo en CrossFitteros de talla mundial. Jeff Evans, Brooke Ence, Mat Fraser, etc… han tenido problemas con sus árbitros en determinados momentos. A veces tenían razón, y otras veces no. ¿Alguien a quien no le ha pasado nunca? Rich Froning. Deliberado en la ejecución de sus movimientos para disipar toda duda y facilitar la labor a su juez. Tomando control cuando realmente recaía sobre él.

  • De interno a externo: Si tu equipo está en pleno relevo y sólo queda un compañero sobre la pista, anímale para que vaya más deprisa. No te frustres ni te impacientes porque la cosa está en manos de tu compañero. Tú solo puedes animar.

Ahora con el boom de los super-equipos en los CrossFit Games, se empieza a ver qué equipos trabajan como un colectivo y cuáles son solo una “suma de individuos”. Muchas veces ocurre que hay errores en la comunicación. Uno de los compañeros está listo para seguir cuando otro aún necesita descansar. El éxito depende de la actuación colectiva y no está bajo el control de uno de los miembros.

locus de control externo
Emily Bridgers (izquierda), Lauren Fisher (centro) y Chyna Cho (derecha). Fuente: Wodapalooza

Vale que el locus de control depende, en gran medida, de nuestra personalidad pero es “relativamente estable”. No significa que sea una ciencia exacta al 100%. Puedes aprender a cambiar el foco. En mi experiencia te diré que pasé de culpar a los árbitros de mis derrotas a culparme a mí. El árbitro lo hará mejor o peor pero las que tenemos que meter los goles e impedir los del rival, somos nosotras. No el árbitro.

Y así ocurre con todo. Dale la responsabilidad al que le corresponda y verás cómo se dispara tu rendimiento deportivo y, sobre todo, tu afrontamiento del fracaso.