¿Te pierden tus emociones? Aprende a trabajar las emociones en el deporte
Trabajar las emociones en el deporte se encuentra tremendamente obstaculizado por las creencias que rodean a este fenómeno:
- Las emociones me impiden rendir.
- Tengo que tener la mente fría en competición.
- Tener miedo o preocupación por mi rendimiento o el de otros siempre es perjudicial.
Y así una larga lista.
Por eso, te traigo un artículo en el que te hablo de uno de los modelos teóricos más extendidos en el ámbito de la psicología deportiva: la teoría de las zonas de funcionamiento óptimo.
¿Qué son las zonas de funcionamiento óptimo?
Las zonas de funcionamiento óptimo, ZIFO, (Hanin, 2000) o IZOF por sus siglas en inglés – Individual Zones of Optimal Functioning – pretende «predecir la calidad del rendimiento deportivo» distinguiendo entre zonas emocionales óptimas y disfuncionales. Se trata de un modelo que nos ha permitido trabajar las emociones en el deporte entendiendo el proceso como algo dinámico.
Diseccionando las Z.I.F.O.
La «zona» es un concepto que usa Hanin para describir las constelaciones afectivas que reflejan una similaridad o discrepancia entre la calidad del rendimiento deportivo y distintos registros emocionales. Dicho de otro modo, es una representación visual de las emociones que nos permiten un mejor rendimiento.
Con el aspecto «individual«, se subraya la importancia de entender estas zonas afectivas como experiencias subjetivas y muy dependientes de factores intrapersonales. Lo que se viene repitiendo en este blog constantemente, vaya… que lo que funciona para uno, no tiene por qué funcionar para otro.
«Cuando tengo esa sensación de incompetencia en un evento, me concentro de verdad. Estoy dispuesto a tolerar mucho más dolor para compensar esa sensación.» – Mat Fraser (5x campeón)
Hanin describe el «funcionamiento óptimo» en base al rendimiento deportivo; es decir, si el atleta ha ejecutado con calidad. Sobra decir que esto también estará sujeto a aspectos subjetivos en tanto que el atleta puede considerar el esfuerzo personal como un criterio de calidad en el rendimiento; no sólo debe atenderse a aspectos competitivos externos (posición en la clasificación, puntuaciones, …).
En este sentido, las emociones óptimas serían aquellas que se producen bajo condiciones de un rendimiento exitoso, tanto a nivel de contenido como de intensidad. Por otro lado, las emociones disfuncionales serían las que se presentan en situaciones de fracaso deportivo.
¿Cómo ubico las zonas?
Debo empezar por entender el contenido de la experiencia afectiva y para ello, Hanin parte de la interacción entre dos factores: tono hedónico (es decir, si la emoción es placentera o no-placentera) y funcionalidad (en la medida en que mejora o perjudica mi rendimiento). Se establecen así 4 categorías (ver figura 1):
– Placentero y funcional (P+)
– No-placentero y funcional (NP+)
– Placentero y no funcional (P-)
– No-placentero y no funcional (NP-)
Dichas emociones vienen dadas por la idiosincrasia del atleta puesto que dependen de las tendencias de afrontamiento del mismo en situaciones de competición.
Para descubrir cuáles son las emociones óptimas y disfuncionales del atleta debemos partir de una revisión de sus historias pasadas de éxitos y fracasos deportivos. Además, debe complementarse esta información con tareas de observación del atleta en situaciones específicas (sesiones de entrenamiento, clasificatorios, competiciones presenciales) y registrar emociones y calidad del rendimiento (ver figura 2).
Tips para trabajar las emociones en el deporte
Una vez identificadas estas zonas óptimas y disfuncionales, nos interesa «entrar» en esa zona óptima antes de competir y quedarnos ahí. Se trata de encontrar estrategias que disparen las emociones óptimas. Grandes campeones del deporte han servido como ejemplos de esto:
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- Michael Jordan tras un partido regulero, dijo que la estrella del equipo rival (LaBradford Smith) le había rodeado con el brazo y le había dicho algo así como «buen partido, Mike». Al día siguiente se volvieron a enfrentar ambos equipos y MJ dijo que metería los 37 puntos que metió Smith el día anterior en la primera mitad del partido. Dicho y hecho. A mitad de partido, Jordan ya había acumulado 36 puntos y acabó con 47, mientras que Smith se quedó con 15 puntos en su cuenta personal. Años más tarde, Jordan confesó que Smith nunca llegó a rodearle con el brazo y a decirle «buen partido», sino que se lo había inventado como estrategia para hacer contacto con ciertas emociones que en el pasado le habían augurado partidos excepcionales.
- Mat Fraser tras el batacazo sufrido en los Games de 2015 en el Soccer Chipper (giros de «Pig», escaladas de cuerda sin piernas y caminata de pino), salió y destrozó el «Triangle Couplet». Durante los Regionals de 2018 quedó 9º en el primer evento lo que muchos consideraron un fracaso para el entonces bicampeón; ganó los 5 eventos restantes. Fraser es un atleta que se lucra muchísimo en situaciones adversas en las que siente que ha fracasado y ha estado expuesto incluso al ridículo.
Con estos ejemplos, lo que quiero ilustrar es que el conocimiento de mis zonas óptimas y disfuncionales debe acompañarse necesariamente de estrategias elicitadoras, es decir, tácticas para generar emociones. Las autoinstrucciones, tareas distractoras, de relajación… para más información sobre cómo funciona el proceso emocional, visita este artículo.
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Hanin, Y. L. (2000). Individual Zones of Optimal Functioning (IZOF) Model: Emotion-performance relationship in sport.
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Kamata, A., Tenenbaum, G., & Hanin, Y. L. (2002). Individual zone of optimal functioning (IZOF): A probabilistic estimation. Journal of Sport and Exercise Psychology, 24(2), 189-208.
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Ruiz, M. C., Raglin, J. S., & Hanin, Y. L. (2017). The individual zones of optimal functioning (IZOF) model (1978–2014): Historical overview of its development and use. International Journal of Sport and Exercise Psychology, 15(1), 41-63.