emociones en crossfit
Qué emociones mejoran el rendimiento en CrossFit

Ahora que ya hemos sentado algunos principios básicos de las emociones en el anterior post podemos indagar un poco más sobre las emociones en el CrossFit. El objetivo que perseguimos ahora es el de determinar el impacto que tiene una emoción específica sobre el rendimiento para poder usar ese conocimiento en nuestro favor.

Analizar la relación entre las emociones y el rendimiento deportivo es complejo. Generalmente, nos encontramos ante tres obstáculos (Robazza, Pellizzari y Hanin, 2004):

  • Identificación de estados emocionales relacionados con casos de éxito o fracaso deportivo. Poner nombre y apellido al estado afectivo de un atleta en plena competición presenta un gran desafío. Dada la naturaleza cambiante de las emociones, normalmente se experimentan como un todo entremezclado y borroso. Esto dificulta enormemente un análisis preciso.
  • Comprensión de las relaciones entre emociones y rendimiento. La dinámica de la emoción humana es muy activa e interactúa continuamente con nuestro comportamiento. A menudo es complicado determinar quién vino primero (si el éxito o la emoción).
  • Elección de las técnicas adecuadas para la auto-regulación. Cada caso exige una exhaustiva recopilación de información en sesiones de entrenamiento, eventos competitivos relevantes y competiciones menores. Todo ello permitirá poner a prueba distintas técnicas por ensayo-error hasta dar con la mejor para cada uno.

Pese a todo, hay autores que se aventuran a postular teorías de emoción aplicadas al rendimiento deportivo. En este artículo vamos a centrarnos en la teoría Cognitiva-Motivacional-Relacional de Lazarus y la teoría de las Zonas Individuales de Rendimiento Óptimo de Hanin.

Teoría Cognitiva-Motivacional-Relacional

No se puede hablar de emociones sin mencionar a Richard Lazarus así que volvemos a hablar de la teoría CMR. Más concretamente sus “temas relacionales nucleares” y cómo estos se manifiestan en el contexto del rendimiento deportivo. Los temas relacionales nucleares “resumen la relación que mantiene el individuo con su entorno según algún tipo particular de daño o beneficio” (Smith y Lazarus, 1991).

Cada emoción tiene su tema relacional nuclear y nunca debe considerarse fuera de un proceso de evaluación. Para comprender la función de una emoción para una persona en respuesta a una situación específica, debemos tomar en consideración el contenido de la evaluación. Lo que para unos puede considerarse un daño, otros pueden entenderlo como un beneficio.

Por ejemplo: un atleta A puede considerar quedar último en un WOD como dañino para su autoestima mientras que un atleta B puede entender este mismo hecho como una oportunidad para detectar un defecto en su estado físico que está truncando su mejora. En lo sucesivo, el A quizá rehuya WODs metabólicos para evitar el daño mientras que el B puede practicar con más frecuencia para eliminar este defecto (beneficio). Como vemos, las emociones en CrossFit no sólo determinan un WOD sino nuestro progreso a medio y largo plazo.

Pese a que Lazarus incluyó otras emociones como la culpa y la esperanza, las dos emociones que han recibido más validación científica son la ira y ansiedad.

Ira

En los 2014 CrossFit Games, Rich Froning fracasó terriblemente en el Triple 3 y en el evento con los trineos lo que le retiró del último heat (cosa que no le ocurría desde 2010). Según él mismo, estaba “un poco enfadado” y esta emoción lo arrastró hasta el siguiente evento. Ganó el complex 21-15-9 con un tiempo que nadie pudo mejorar, mostrando una estrategia más agresiva de lo que era habitual en él.

Este ejemplo apoya la aseveración de Lazarus de que el tema relacional nuclear de la ira conlleva un “poderoso impulso para contraatacar en aras de vengarse por una afrenta or reparar un autoestima herido”. Aplicado al deporte, se sostiene que una habilidad física que exija una exhibición de más fuerza, intensidad y energía general se verá favorecida por la ira.

Es como los powerlifters que se dan golpes en la cara o gritan antes de levantar algo muy pesado; buscan un estado de activación mayor para incrementar temporalmente sus niveles de fuerza.

Ansiedad

La ansiedad competitiva la hemos visto en profundidad en otro post y naturalmente aparece también en la teoría CMR. Esta emoción no puede ser desdeñada cuando describimos el afecto negativo y su impacto en el rendimiento deportivo. La función adaptativa de esta emoción es la de evitar un potencial daño (Smith y Lazarus, 1991). De modo que un atleta que perciba un daño potencial o real responderá con ansiedad.

En el contexto competitivo, la amenaza es “real” en tanto que rendir por debajo de nuestra expectativa es algo que genera miedo en atletas a todos los niveles. Por tanto no podemos decir que la ansiedad sea desajustada en esta situación. Sin embargo, debe mantenerse dentro de un umbral de intensidad que sirva para potenciar el rendimiento.

Estar “en la zona”

emociones en crossfit
Becca Voigt: conocida por estar “en la zona” antes de competir.

La teoría IZOF de las zonas óptimas de rendimiento individual establece que un individuo rendirá mejor cuando se encuentre dentro de su rango emocional de preferencia (Robazza et. al, 2004). Se consideran 5 dimensiones básicas (forma, contenido, intensidad, tiempo y contexto) las cuales se usan para describir individualmente la estructura óptima y disfuncional de experiencias emocionales relacionadas con el rendimiento.

  • Contenido: contenido emocional – tanto óptimo como disfuncional – descrito por marcadores idiosincráticos de cada individuo. Esto es fácil: pregúntale a la persona que tienes más a mano qué es la tristeza y ahora responde tú. ¿Habéis dicho lo mismo?
  • Intensidad: cada atleta tiene una intensidad emocional óptima (alta, moderada o baja). Si miramos a Fraser antes de salir a pista o a Cody Anderson, vemos que sus intensidades distan considerablemente.
  • Contexto: el contenido emocional y la intensidad varían en entrenos o competiciones e incluso antes, durante o después de situaciones de rendimiento. No es lo mismo calentar para hacer el WOD con los de tu box que hacerlo para el 19.1. Las emociones en CrossFit están a la orden del día y dependen de cada circunstancia.

Si tenemos bien detalladas cada una de estas dimensiones, el camino hacia la zona óptima está más que pavimentado. Ahora bien, poner pie en la zona óptima antes de un evento no nos garantiza que nos mantengamos ahí para todo el evento. Huelga recordar que existe una influencia bidireccional entre el rendimiento y la emoción que ocurre antes, durante y después de competir. Para mejorar el rendimiento es necesario aprender a:

  • Incrementar conciencia y aceptación del contenido e intensidades emocionales así como respuestas fisiológicas asociadas.
  • Mejorar las habilidades psicológicas para recuperar emociones y sintomatología asociada a un mejor rendimiento, para elevar o disminuir sus niveles (según cada caso).

Lo que me gusta de esta teoría en particular es que, en esencia, depende de la conciencia sobre uno mismo. Aprender a identificar nuestros estados emocionales es el primer paso hacia la excelencia en todo aspecto vital.

Como ya he dicho en otras ocasiones, las emociones dan sentido e intensidad a eventos vitales. Es lo más cerca que estaremos nunca de tener superpoderes. Incrementar nuestros niveles de energía para liberar más adrenalina nos llevará a un mejor rendimiento en CrossFit. Durarás más, levantarás más y aguantarás mejor el dolor.

¿Qué teoría está más próxima a la realidad? Quizá nunca lo sepamos. Pero ten por seguro que las emociones en CrossFit ayudan a sumar ese 1% extra que puede marcar la diferencia entre la victoria o la derrota.

competitive
No, la competitividad no te hará mejor atleta

Desde un punto de vista evolutivo, la competitividad desempeñó un papel fundamental en nuestro desarrollo. Los recursos eran escasos por lo que los individuos se veían forzados a imponer su superioridad sobre otros para garantizar su supervivencia.

La competitividad se ha mantenido, por tanto, en la naturaleza humana dada su utilidad adaptativa y puede encontrarse en todas partes. Ya sea en el lugar de trabajo, en el aula o entre amigos, estamos en la búsqueda constante de alcanzar una posición superior relativa a los demás.

En la literatura, el comportamiento competitivo se ha estudiado en los campos de la Economía y la Psicología. Como siempre, no existe una definición consensuada de la competitividad y así ocurre que existen muchas preguntas aún sin responder.

¿La competitividad se hereda o se aprende?

¿Somos competitivos en todo lo que hacemos?

¿Por qué somos más competitivos en determinadas situaciones?

Teoría de la competitividad basada en comparación social

Figura 1. Teoría de la competitividad basada en la comparación social. Tomado de García, Tor y Schiff (2013).

La teoría de la competitividad basada en la comparación social (García et. al, 2013) proporciona sus propias respuestas a estas preguntas. La piedra angular de este modelo es el trabajo de investigación de Leon Festinger, ampliamente conocido por su aportación a la Psicología Social a través de su teoría de la Disonancia Cognitiva.

En 1954, Festinger vinculó los procesos de comparación social con el comportamiento competitivo, aseverando que los individuos poseían la motivación constante de rendir por encima de otros para reducir discrepancias y proteger su superioridad. Por tanto, “el comportamiento competitivo puede considerarse una manifestación de los procesos de comparación social” (García et. al, 2013).

Este modelo (ver figura 1) pretende predecir la conducta competitiva en los individuos. Dada la naturaleza multifactorial de la competitivdad, parece lógico que sólo pueda explicarse teniendo en cuenta factores situacionales y factores individuales.

Factores individuales

Factores personales

  • Relevancia de una dimensión de rendimiento (ya sea deporte, ingresos económicos o un contexto académico). Las personas compiten en aquellas dimensiones que consideran relevantes para su identidad. Por ejemplo, si yo me identifico como un crossfitero, seré más competitiva al respecto.
  • Diferencias individuales: éstas incluyen diversos factores que pueden contribuir a incrementar la competitividad:
    • Orientación hacia la comparación social: un rasgo de personalidad que se define como la tendencia a compararse uno mismo con otros.
    • Disposición competitiva: un deseo generalmente estable de participar y ganar en contextos competitivos
    • Tendencia a establecer metas de logro (ganar un torneo, clasificarse por encima de otros, etc.) en lugar de establecer metas de maestría (alcanzarse máxima excelencia en una tarea).

Factores relacionales

  • Similaridad con el rival: cuando los rivales se perciben como similares a nivel de rendimiento, muestran más competitividad entre ellos. Esto es una constante en el deporte competitivo: en fútbol tenemos a Messi contra Cristiano, en tennis están Federer y Nadal y en CrossFit Fraser contra Froning.
  • Cercanía con el rival: la comparación genera más preocupación cuando guardamos cierto grado de intimidad con el rival (amigo, hermano, etc.). Las investigaciones sugieren que nos sentimos más amenazados por el éxito de nuestros amigos que por los logros de desconocidos.

Factores situacionales

Estos son factores externos que existen de forma independiente y ejercen una influencia estable sobre el comportamiento competitivo de un atleta.

  • Incentivos: éstos son inherentes a la competición e incluyen situaciones de victoria-derrota en las que el logro de uno necesariamente implica la derrota de otro (lo que incrementa el grado de preocupación sobre nuestra posición relativa).
  • Proximidad a un estándar: coronarse como el “más en forma del planeta”, llegar al podio… Investigaciones revelan que la competitividad es más fuerte entre atletas mejor clasificados que entre aquellos a nivel intermedio.
  • Número de competidores: cuando este número decrece, la competitividad incrementa. Tiene sentido si miramos, por ejemplo, los torneos por eliminatoria en los que las fases clasificatorias sólo sirven para llevarnos a la final y conseguir el objetivo de ganar el torneo. A medida que se eliminan competidores, el incentivo crece y, en consecuencia, la competitividad.
  • Comparación inter-categorías sociales: esto implica la comparación entre rivales de distintas categorías sociales (nacionalidad, profesión, etc.)

Ser competitivo no es el ingrediente secreto

competitividad
Tia Clair Toomey en los CrossFit Games 2017. Fuente: CrossFit Games

El objetivo de este artículo era ofrecer más información acerca del comportamiento competitivo en aras de comprender yo misma mi naturaleza competitiva. Fruto de recabar toda esta información, he reflexionado acerca de su influencia en el rendimiento deportivo para saber si es tan importante como suena. Muchos se consideran competitivos pero he visto este atributo manifestarse de maneras muy distintas según el atleta.

La disparidad existente entre atletas de alto rendimiento es aún más intensa. Todos son competitivos por naturaleza y, sin embargo, sus resultados son absolutamente diferentes. Y eso me dio que pensar. Kara Saunders exhibió un grado de competitividad sobrehumano en Murph en 2015 corriendo la última milla en condiciones muy extremas de insolación, se mantuvo en la contienda y acabó 5ª en la clasificación final. ¿Puede su competitividad ser comparada con la de otr@s que no tardan en tirar la toalla cuando las cosas no salen como esperaban?

Por eso, en mi intento de encontrar ese ingrediente clave en atletas de élite, he desechado la idea de la competitividad. Ser competitivo no es suficiente cuando persigues el éxito. A nadie le gusta perder o quedar último así que tu naturaleza competitiva – por intensa que sea – no te hace especial.

No admires a Fraser por ser competitivo sino por su determinación por alcanzar la maestría en todas las capacidades físicas. No admires a Tia Clair Toomey por ganar dos ediciones consecutivas de los CrossFit Games sino por superar sus inseguridades porque eso fue lo que cambió sus resultados. Todo se reduce a qué estás dispuesto tú a hacer para evitar la derrota y eso tiene que ver con procesos motivacionales, gestión emocional y estrategias de afrontamiento; no con llorar cada vez que pierdes.

Festinger, L. (1954). A theory of social comparison processes. Human relations7(2), 117-140.
Garcia, S. M., Tor, A.,& Schiff, T. M. (2013). The psychology of competition: A social comparison perspective. Perspectives on
Psychological Science8(6),634-650.
efecto pigmalión
Efecto Pigmalión: cómo usarlo con tus atletas

En Psicología Social existe algo llamado el “Efecto Pigmalión” o “Efecto Rosenthal”. Se descubrió a través de una serie de experimentos en los que Robert Rosenthal (1975) quiso comprobar qué efecto tenía la expectativa interpersonal – definida como “la expectativa no intencionada que experimentadores, profesores y otras figuras de autoridad generan en cuanto a experimentos, aulas y otras situaciones”.

Primero, lo estudió en humanos y, después, con ratas. Halló que una expectativa positiva generaba resultados positivos (tanto en humanos como en ratas). Al ver que generar una expectativa de éxito en ratas, mejoraba su aprendizaje, quiso comprobar si ese efecto se extrapolaba a un entorno académico.

Aplicaron un test de inteligencia no-verbal a 18 clases de un colegio. De las 18 clases, se escogió un 20% al azar para formar el grupo experimental (esto incluía niños con inteligencias superiores a la media, en la media y por debajo de la media). Los experimentadores verbalizaron a los respectivos profesores que los niños del grupo experimental mostrarían importantes mejoras en su competencia intelectual en los próximos 8 meses de colegio.

8 meses más tarde, volvieron a pasar la prueba de inteligencia y los resultados no defraudaron: aquellos niños de los que el profesor esperaba mayores niveles de competencia intelectual lograron mejores puntuaciones.

Lo más curioso es que en ningún momento se explicó a los niños el verdadero motivo del experimento, todo había ocurrido por la expectativa generada por el profesor. De modo que esa tendencia a esperar ciertos resultados de nuestros alumnos puede marcar la diferencia en su capacidad de aprendizaje.

Lo he podido comprobar en mi andadura como deportista y como entrenadora, tanto con compañer@s de mi deporte como con atletas a mi cargo. En casos de inseguridad, el efecto pigmalión puede hacer maravillas y su mecanismo es bastante simple. Rosenthal y Harris (1997) encontraron que los profesores “enseñaban más y con más cariño a aquellos sobre los que mantenían expectativas favorables”.

Usar el Efecto Pigmalión con tus alumnos

efecto pigmalion

Como coaches, debemos aspirar a conseguir que nuestros atletas alcancen su mejor versión. Para ello, muchos deben superar sus propios obstáculos (lo que supone un desafío muy singular para el coach). Lo bueno es que a veces esos obstáculos se resquebrajan ante sus ojos cuando la confianza actúa de por medio.

Ya sabemos que hay muchas formas de potenciar la confianza – como vimos en otro post – pero el efecto Rosenthal requiere su propio artículo. Si mi atleta piensa que yo espero una actuación positiva de su parte, esto surte un efecto diferencial para ambos. Yo me esforzaré más para enseñarle y guiarle hacia los resultados que espero de él y, por otro lado, él trabajará para continuar en el camino que yo le he marcado.

Si eres un coach que ha estado leyendo el blog sabes cómo establecer objetivos, cómo funciona la motivación, cómo gestionar la ansiedad competitiva,… Todo ello debe ayudarte a elegir el mejor discurso para generar expectativa en tu atleta. Si sabes que puede levantar más, díselo. Si sabes que puede hacer su primer muscle-up, díselo. 

Lo más importante (y un paso previo de obligado cumplimiento) es establecer una buena base con cada atleta. Llámale a cada uno por su nombre, preocúpate por su situación personal e intenta construir una relación sólida. De ahí la importancia de no admitir en clase a más de 10-12 personas. Esto dificulta nuestra labor de estrechar lazos con nuestros alumnos y asistirles en su progreso.

Como atleta, me he topado con coaches que sólo hablaban con aquellos con los que más confianza tenían. Corregían sus movimientos, les alentaban y conseguían sacar de ellos mejor rendimiento. Ese efecto debe intentarse conseguir con cada persona que entra en el box. El ingrediente esencial para que ocurra el efecto rosenthal es que sintamos cercanía con la persona; eso nos hará desearle un buen progreso en el CrossFit y en la vida.

Rosenthal, R. (1997). Interpersonal Expectancy Effects: A Forty Year Perspective.