sobreentrenado
¿Tienes mayor riesgo de estar sobreentrenado?

Parece que cuánto más sabemos de los efectos de estar sobreentrenado, menos sabemos sobre sus inicios. Muchos estudios dedican sus esfuerzos a esclarecer la sintomatología del SE, pero no puede decirse lo mismo de los factores de riesgo.

En otro artículo comentamos aspectos básicos de este síndrome pero en este post hablaremos de algunos de los factores de riesgo internos y externos asociados a este cuadro para que te ayuden a descubrir si tienes más riesgo de sufrir sobreentrenamiento.

Diferencias individuales

Entre las diferencias individuales que podrían considerarse factores de riesgo en el síndrome del sobreentrenado, cabe destacar las siguientes:

  • Competitividad: un deseo intenso de vencer a tus rivales no sólo influye sobre el ritmo de competición sino también el entrenamiento. Entrenar más y más duro que tus rivales puede ser un producto de una gran competitividad por la siguiente lógica: si entreno más que tú, seré mejor que tú.
  • Motivación de logro: este tipo de motivación puede estar centrado en la tarea o en el ego. Esta última opción implica que la meta que persigue el atleta es el de demostrar su superioridad (Butler, 1999). Si ser el mejor se convierte en la principal meta, entrenar más a menudo podría considerarlo necesario para mantener su valía personal y evitar el fracaso.
  • Perfeccionismo: como vimos en otro artículo, el perfeccionismo se manifiesta a través de preocupaciones y esfuerzos. Ambos pueden influir en la aparición del SE: una preocupación excesiva puede dar lugar a una mayor ansiedad y un incremento significativo de los esfuerzos entrenando puede causar SE fisiológico.
  • Percepción de tu programación: durante una entrevista que tuve con Tim Paulson (3 veces atleta de Games) hablamos de la importancia de encontrar un programa de entrenamiento en el que confiaras. Me dio por pensar que un atleta que duda de su programación puede añadir sesiones de entrenamiento sin sentido, cambiar continuamente de programa o sentirse «atrapado», incrementando el riesgo de estar sobreentrenado.
  • Experiencias pasadas: los resultados en competición (ya sean negativos o positivos) pueden incrementar el riesgo de sufrir SE. Por ejemplo, Sara Sigmundsdottir perdió el título el último día de competición en 2015 y se pasó el siguiente año entrenando como una bestia para que no volviese a pasar. El resultado fue que llegó quemada a los Games en 2016.

Ansiedad & estrés

El síndrome del sobreentrenado puede ser provocado por una variedad de factores y es difícil atribuir la causa a uno solo de ellos. Pero quizá uno de los factores de riesgo más tempranos pueda ser una simple idea: ¿y si me estoy quedando atrás? Esta chispa aparentemente inofensiva puede provocar un incendio de ansiedad.

La ansiedad cognitiva suele verbalizarse en forma de «y si…» y éstos representan una preocupación excesiva sobre una amenaza (ya sea real o no). En caso de los atletas – usualmente a nivel de élite -, tienden a preguntarse si su entrenamiento está al nivel de los demás. Aunque esta duda es muy común, puede volverse nocivo si se intensifica de más.

Y si hablamos de ansiedad, tenemos que mirar los procesos de estrés también ya que suelen ir de la mano. En relación al anterior «y si…», el atleta puede responder diciendo que sí que entrena al mismo nivel, pero la siguiente duda puede ser: ¿y si este entrenamiento no es suficiente para ser el mejor?

Los procesos de estrés se inician una vez que el atleta percibe que sus recursos no son suficientes para completar cierta tarea. El cuerpo trabajará para mejorar dichos recursos con el objeto de adaptarse a la situación. Pero si el atleta continúa infravalorando estos esfuerzos, el estrés se puede cronificar, desatando todo el cuadro de síntomas.

Características del deporte y el entorno del atleta

Cada deporte tiene sus propias singularidades y en acción conjunta con la influencia del entorno, pueden considerarse los siguientes factores de riesgo:

  • Cultura del deporte: uno de los paradigmas del CrossFit es que no puedes tener debilidades y, obviamente, los competidores los llevan al extremo. Fraser remando 5k a diario durante un año o Heppner practicando el rope climb cada día durante 2015 son ejemplos perfectos.
  • Modalidad deportiva: según datos epidemiológicos, el SE es más común en deportes individuales, en atletas profesionales y en deportes de endurance como el running, la natación o el ciclismo (Budgett et. al, 1991).
  • Presión social: las expectativas de los familiares y amigos también puede ser un factor. Si la presión percibida por el atleta es muy alta, esto puede llevar a incrementar la intensidad, duración y frecuencia de sus entrenos para no decepcionarles.

¿Por qué debo atender a factores de riesgo?

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Jacob Heppner empujando un trineo. Fuente: Jacob Heppner

La ansiedad competitiva y los estresores relacionados con el deporte son muy comunes – y más en atletas de élite -, por lo que diferenciar entre una preocupación normal y el comienzo de un trastorno psicológico se vuelve un desafío. Es de suma importancia que estés alerta y seas consciente de tu bienestar psicológico durante la temporada.

No todos los atletas presentan la misma vulnerabilidad por lo que uno debe atender a sus síntomas dentro su propio contexto. Si alguna vez te encuentras preocupándote demasiado por tu entrenamiento o sintiendo indefensión, no infravalores esos pensamientos y compártelo con tu sistema de apoyo. Por muy comunes que sean, si los dejas, pueden intensificarse hasta el punto de estar sobreentrenado.












- Budgett, R. (1990). Overtraining syndrome. British journal of sports medicine24(4), 231-236.
- Budgett, R., Newsholme, E., Lehmann, M., Sharp, C., Jones, D., Peto, T., Collins, D., Nerurkar, R. & White, P. (2000). Redefining the overtraining syndrome as the unexplained underperformance syndrome. British Journal of Sports Medicine34(1), 67-68.
- Butler, R. (1999). Information seeking and achievement motivation in middle childhood and adolescence: The role of conceptions of ability. Developmental Psychology, 35, 146-163.
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El sobreentrenamiento: qué es y cómo lo mato

El sobreentrenamiento es un tema que me ha ido generando más y más interés según he ido entrando en materia con la psicología deportiva aplicada al CrossFit. La evolución de este deporte ha experimentado un crecimiento exponencial, y es que ir a los CrossFit Games nunca ha resultado tan atractivo.

La compensación económica es elevada y el CrossFit de alto rendimiento se ha vuelto un escenario más internacional. Todo ello contribuye a que cada vez más gente quiera participar, y cuánto mayor sea la piscina de candidatos, más sobrecarga asume el deportista para conseguir su billete a Madison. Sería lógico pensar que el fenómeno del sobreentrenamiento también haya ido a más.

¿Qué es el sobreentrenamiento?

Lo primero y más importante es conceptualizar el sobreentrenamiento. Este concepto puede confundirse con el sobreentrenamiento funcional, es decir, la aplicación de cargas cada vez mayores para conseguir una supercompensación que, en última instancia, incremente el rendimiento deportivo. Esto es algo que en momentos puntuales de la temporada nos interesa.

El sobreentrenamiento no funcional – el que nos atañe – es un síndrome que aparece cuando la intensidad, duración y frecuencia de las sesiones de entrenamiento sobrepasan la capacidad de adaptación del atleta y la consecuencia observable es una disminución considerable del rendimiento deportivo.

Pero eso sólo sería la punta del iceberg… el proceso de sobreentrenamiento comienza mucho antes y de forma casi imperceptible ya que su sintomatología es muy diversa y difusa. El atleta de repente se muestra más irritable, siente menos motivación hacia el entrenamiento, duerme peor y se siente más fatigado ante esfuerzos que antes no suponían tanto gasto energético.

«Si entreno más que nunca, ¿por qué rindo cada vez peor? «

Esto marca el comienzo de un ciclo que, si no se corta lo antes posible, puede tener consecuencias muy negativas ya no tanto físicas sino psicológicas. En los casos más extremos, el atleta puede llegar incluso a abandonar la práctica deportiva. Por ello, el sobreentrenamiento en atletas de alto rendimiento es algo que debería prevenirse de forma adecuada.

¿Cómo identificar un caso de sobreentrenamiento?

Para aprender a identificar un proceso de sobreentrenamiento vamos a fijarnos en la primera definición aportada por McKenzie (1923) quien lo conceptualizó como un «envenenamiento del sistema nervioso». Desde entonces y, gracias a un gran número de estudios desarrollados (Hanne-Paparo, 1984; Pancorbo, 2003; Subiela y Subiela, 2011), podemos distinguir entre:

  • Alteraciones del sistema nervioso: sueño desasosegado, pérdida del apetito, disminución de niveles de energía, capacidad atencional y coordinación, desórdenes gastrointestinales, cambios en el ciclo menstrual, descenso de testosterona, aumento del cortisol, incremento de frecuencia cardíaca y de tensión arterial.
  • Alteraciones en la condición física: disminución del VO2máx, mayor número de lesiones en sistema musculoesquelético por deterioro de procesos de reparación, cicatrización y regeneración de tejidos
  • Alteraciones psicológicas: disminución de la autoconfianza, descenso de autoestima, inestabilidad emocional, aburrimiento, irritabilidad o apatía no habituales

Como vemos, se trata de una gran variedad de síntomas que, aunque se identifiquen correctamente, pueden atribuirse a causas muy diversas. Muy pocos aciertan a achacarlo a un inicio de sobreentrenamiento. Para hacerlo aún más difícil, esta sintomatología difiere de un atleta a otro.

Naturalmente, la alarma aparece cuando se hacen más evidentes los síntomas físicos (dado que nos movemos en el contexto del alto rendimiento deportivo); pero son los aspectos psicológicos los que pueden terminar de confirmar la presencia de un síndrome de sobreentrenamiento. La evaluación psicológica suele centrarse en tres áreas (Suay, Ricarte y Salvador, 1998):

  • Aspectos subjetivos: los atletas que sufren de sobreentrenamiento tienden a percibir sus esfuerzos físicos como más difíciles de soportar incluso a niveles de intensidad menores de los habituales (teniendo en cuenta su estado de forma).
  • Consecuencias emocionales: sentimientos de tristeza, pensamientos recurrentes de indefensión, culpa, etc. relacionados con su rendimiento en entrenamientos y en competición.
  • Consecuencias comportamentales: desinterés o, incluso, aversión hacia el entrenamiento, llegando en los peores casos a evitar las sesiones y las competiciones.

Cómo prevenir su aparición

Si nos ceñimos a lo puramente físico, bastaría con programar debidamente las sesiones de entrenamiento así como las de recuperación para permitir que se produzca la adaptación del organismo. Pero queremos proponer una solución permanente al problema… y para eso tenemos que trabajar el factor mental.

1. Mejorar el manejo de estresores

Hay autores que asemejan el síndrome de sobreentrenamiento al Síndrome General de Adaptación de Selye ( Viru, 1984; Selye, 1957), lo que significa que guarda una estrecha relación con el estrés crónico. Es por ello que debemos promover una puesta a punto del manejo de estrés en el deportista.

Los atletas de alto rendimiento se enfrentan a una larga lista de estresores. Las estrategias de afrontamiento poco adaptativas y una gestión emocional inadecuada echarán más leña a ese fuego. El entrenamiento de esas habilidades psicológicas juega un papel fundamental en la prevención del sobreentrenamiento.

2. Programar sesiones de entrenamiento estimulantes

A largo plazo, la monotonía del entrenamiento puede convertirse en un factor estresante para el deportista (Márquez, 2006), por lo tanto una programación diversa y estimulante es primordial. No se trata de eliminar las aburridas sesiones de acondicionamiento metabólico estructural y que todo sean metcons de 7-8 minutos, sino de que cada día existan estímulos que permitan al atleta explorar sus capacidades y, así, eliminar ciertas presiones.

Muchos atletas adoran el aspecto «desconocido» del CrossFit porque al enfrentarse a algo nuevo no saben qué esperar y, en ausencia de las expectativas, surge un rendimiento superior. ¡Que no pierdan la capacidad de sorprenderse a sí mismos! Ése es un autorrefuerzo muy potente.

3. Corregir creencias irracionales

Aunque lo ponga al final, este aspecto es el más importante de todos. Los atletas de alto rendimiento suelen venir con todo un arsenal de creencias irracionales relacionadas con el deporte: «¿descanso? ¿qué músculo es ese?», «más es mejor», «si paro, perderé el progreso». Y, en su núcleo, todas esas creencias tienen un denominador común: el miedo.

Miedo a quedarnos atrás, miedo a que llegue la competición y no estemos preparados, miedo a fallarle a nuestra familia y amigos, … Mientras no se trabaje ese miedo, podemos programar entrenamientos divertidísimos y meter a nuestro atleta en una burbuja para que no tenga estrés añadido y seguiríamos obteniendo el mismo resultado.

Debemos saber de dónde viene ese miedo y que el deportista se enfrente a él. El atleta caerá preso de sus pensamientos antes o después y necesita aprender a desmontar esas ideas en cuanto aparezcan. Elegir a conciencia el contenido de su pensamiento es el método de prevención más eficaz.

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Sara Sigmundsdottir compitiendo en el CrossFit Filthy 150. Fuente: CrossFit Filthy 150.

«No puedo hacerlo bien si no disfruto con lo que estoy haciendo»

Sara Sigmundsdottir

En 2016 Sara Sigmundsdottir mostró una apatía y falta de chispa en los CrossFit Games que nos pilló a todos por sorpresa (y eso que quedó 3ª). Ella misma reconoció después que su gran error fue que dejó de disfrutar con lo que hacía y que, así, nunca conseguiría convertirse en la mujer más en forma del mundo.

Si quieres progresar en el CrossFit (o en cualquier otro deporte) y estás preparado para hacer los sacrificios necesarios, ¡no olvides disfrutar! La alegría de clasificarte para un sancional o ser campeón nacional se desvanece casi sin que te enteres; lo que quedará en tu memoria serán las sesiones eternas de entrenamiento, día sí, día también. Si no disfrutas de eso, no durarás demasiado.















- Hanne-Paparo, N. (1984). EL SOBREENTRENAMIENTO EN LOS ATLETAS. Educación Física y Deporte6(1), 42-45.

- Pancorbo, A. E. (2003). Diagnóstico y prevención de la fatiga crónica o del síndrome de sobreentrenamiento en el deporte de alto rendimiento. Una propuesta de mecanismos de recuperación biológica. Cuadernos de Psicología del Deporte3 (1), 61 - 80.

- Márquez, S. (2006). Estrategias de afrontamiento del estrés en el ámbito deportivo: fundamentos teóricos e instrumentos de evaluación. International Journal of Clinical and Health Psychology6, 359-378.

-McKinzie, R.T. (1923). Exercise in Education and Medicine. Saunders, London.

- Sánchez-Beleña, F. y Vaamonde, A.G.N. (2017). Sobreentrenamiento y deporte desde una perspectiva psicológica: estado de la cuestión.

- Selye, H. (1957). The stress of life. Longmans Green, London. 

- Suay, F., Ricarte, J., & Salvador, A. (2007). Indicadores psicológicos de sobreentrenamiento y agotamiento. Revista de psicología del Deporte7(2).

- Subiela, J. V. y Subiela J. D. (2011). El síndrome de sobreentrenamiento: criterios diagnósticos y conductas terapéuticas. Academia Biomédica Digital48, 1-10.

- Viru, A. (1984). The mechanism of training effects: a Hypothesis. International. Journal of Sports Medicine, 5, 219-227
improve your performance
Cómo usar la memoria para mejorar tu rendimiento

Parece una locura, ¿verdad? Pero lo cierto es que procesos cognitivos básicos como la atención o la memoria son clave para mantener a tono el cerebro en momentos de alta presión como vimos en otro artículo. Y es que, en última instancia, es el gran culpable de mejorar tu rendimiento para alcanzar los éxitos deportivos y personales.

En este artículo en particular me voy a centrar en dos nociones básicas. De la memoria podría escribir muchas cosas pero he preferido tocar sólo dos por su aplicación al ámbito deportivo (algo más de tiempo le dedicaré en un futuro no muy lejano).

¿Por qué recordamos mejor los momentos malos?

Para responder a esto hay que pensar en la evolución que ha vivido nuestro cerebro gracias a las peripecias de nuestros antepasados homínidos.

Cuando una situación nos provoca cualquier manifestación de afecto negativo, se activan nuestras respuestas de evitación o escape por un principio instintivo de evitación del daño. Los primeros hombres se enfrentaban a animales, vivían en condiciones muy adversas y lo que ellos tenían por situaciones aversivas literalmente ponía en riesgo sus vidas. Por lo que el cerebro empezó a tomar nota de estas situaciones con más dedicación. ¿Para qué? Para estar preparado para atacar o escapar ante el menor indicio de estar ante una situación parecida.

Ahora viajamos de vuelta al presente. Nuestras situaciones negativas no suelen implicar un riesgo inminente para nuestra integridad física pero el cableado de nuestro cerebro es el mismo. El gran jefe sigue dedicado a listar con detalle las situaciones que nos han hecho daño para que podamos evitarlas lo mejor posible. Ya no es nuestra supervivencia física la que está en juego, sino la emocional.

Qué paradójico que el solo hecho de recordar lo malo con más detalle sea, en sí, tan doloroso, ¿verdad?

La memoria: un testigo ¿fiable?

Para aquellos que tienen a bien que su memoria es infalible (algo de lo que me declaro culpable), no pueden hallarse más lejos de la realidad.

Para comprobarlo os propongo un sencillo experimento: ve el siguiente vídeo y, una vez termine, responde a este cuestionario:

¿De qué color es el coche que conduce?
¿De qué color son las llantas?
¿De qué marca es el coche?
¿Qué canción escucha el conductor?
¿Qué ropa lleva el conductor?
¿Cuál de los atracadores masca chicle?
¿En qué lado de la boca tiene el lunar el conductor?
¿Cómo se llama el banco que atracan?
¿En qué dirección arrancha el coche para escapar?
¿Cuántos semáforos se salta?

Mañana sobre la misma hora (a ser posible) vuelve a contestar el cuestionario sin volver a ver el vídeo y sin mirar tus anteriores respuestas. Y pasado mañana, repites el proceso. Cuando tengas las tres versiones, compáralas. ¿Son copias calcadas o hay diferencias entre unas y otras?

¿Por qué hay disparidad entre versiones? Pues porque no somos robots, hombre. Registramos de forma activa la información por lo que – inconscientemente – la aderezamos con nuestras propias experiencias, emociones, principios y valores. Y no sólo en el momento del registro sino que, cuando ya es almacenada, interactúa de forma muy dinámica con otros recuerdos ya guardados.

Por eso dos personas no recuerdan la misma situación de igual manera. Lo que hace que las discusiones sean tan interesantes y tan absurdas porque, visto que la memoria es traicionera, ¿cómo puede uno estar tan seguro de llevar la razón?

¿Cómo aplicamos estas nociones al deporte?

Respecto al primero – esa mala manía de que constantemente nos acordemos de aquel jerk fallido que nos costó un primer puesto -, decir que no tiene por qué ser tan negativo e incluso puede servir para mejorar tu rendimiento.

Hace no mucho, Mat Fraser dijo que odiaba la medalla de plata de 2015 porque no había hecho las cosas bien y le costó la victoria. Sin embargo, a día de hoy, le gusta mirar esa medalla porque le sirvió para detectar sus fallos y dejar de escurrir el bulto. Lo que le ha convertido en el atleta más en forma del mundo 4 años consecutivos desde aquel tropiezo. Recordar algo malo no tiene por qué ser tan devastador si sabemos aprender de ello.

mejorar tu rendimiento
Jeff Evans hablando con el juez Carson en los Atlantic Regionals de 2016. Fuente: The Barbell Spin.

Y en cuanto a la fiabilidad de la memoria… por favor, ejerzamos la humildad en la medida de lo posible. Por muchos motivos. En competición o entrenando vamos a estar fuertemente influenciados por esa activación por lo que ya estamos sesgando la memoria.

Un buen ejemplo para verlo es con los no-reps en competición. Jeff Evans tuvo un no-rep muy costoso en los Atlantic Regionals de 2016 que le privó de volver a los Games. La verdad que era dudoso por lo que pudo sentir mucha rabia contra el juez (aunque resultó ser legítimo). Sin embargo, mostró una madurez emocional de 10 al ceñirse única y exclusivamente a los errores previos en la competición que le llevaron a estar en una posición tan precaria durante el último evento.

Otro atleta con una peor gestión emocional hubiera entrado en bucle, recordando una y otra vez el gesto del juez, la sensación de devastación al hacer otro rope climb sabiendo que ya daba igual… pero eso no era lo más adecuado dada la situación.

Por eso es importante que le deis el enfoque más positivo posible a vuestros recuerdos y que la memoria sirva para mantener la energía en los días duros y conseguir mejorar tu rendimiento. A algunos les ayudará más visualizar los fracasos anteriores para recordar que no quieren que vuelva a pasar; otros quizá necesiten recurrir a sus historias pasadas de éxito. Sea como fuere, la memoria puede ser de gran utilidad para mantener viva la llama pero siempre con pies de plomo.