No, la competitividad no te hará mejor atleta
Desde un punto de vista evolutivo, la competitividad desempeñó un papel fundamental en nuestro desarrollo. Los recursos eran escasos por lo que los individuos se veían forzados a imponer su superioridad sobre otros para garantizar su supervivencia.
La competitividad se ha mantenido, por tanto, en la naturaleza humana dada su utilidad adaptativa y puede encontrarse en todas partes. Ya sea en el lugar de trabajo, en el aula o entre amigos, estamos en la búsqueda constante de alcanzar una posición superior relativa a los demás.
En la literatura, el comportamiento competitivo se ha estudiado en los campos de la Economía y la Psicología. Como siempre, no existe una definición consensuada de la competitividad y así ocurre que existen muchas preguntas aún sin responder.
¿La competitividad se hereda o se aprende?
¿Somos competitivos en todo lo que hacemos?
¿Por qué somos más competitivos en determinadas situaciones?
Teoría de la competitividad basada en comparación social
La teoría de la competitividad basada en la comparación social (García et. al, 2013) proporciona sus propias respuestas a estas preguntas. La piedra angular de este modelo es el trabajo de investigación de Leon Festinger, ampliamente conocido por su aportación a la Psicología Social a través de su teoría de la Disonancia Cognitiva.
En 1954, Festinger vinculó los procesos de comparación social con el comportamiento competitivo, aseverando que los individuos poseían la motivación constante de rendir por encima de otros para reducir discrepancias y proteger su superioridad. Por tanto, «el comportamiento competitivo puede considerarse una manifestación de los procesos de comparación social» (García et. al, 2013).
Este modelo (ver figura 1) pretende predecir la conducta competitiva en los individuos. Dada la naturaleza multifactorial de la competitivdad, parece lógico que sólo pueda explicarse teniendo en cuenta factores situacionales y factores individuales.
Factores individuales
Factores personales
- Relevancia de una dimensión de rendimiento (ya sea deporte, ingresos económicos o un contexto académico). Las personas compiten en aquellas dimensiones que consideran relevantes para su identidad. Por ejemplo, si yo me identifico como un crossfitero, seré más competitiva al respecto.
- Diferencias individuales: éstas incluyen diversos factores que pueden contribuir a incrementar la competitividad:
- Orientación hacia la comparación social: un rasgo de personalidad que se define como la tendencia a compararse uno mismo con otros.
- Disposición competitiva: un deseo generalmente estable de participar y ganar en contextos competitivos
- Tendencia a establecer metas de logro (ganar un torneo, clasificarse por encima de otros, etc.) en lugar de establecer metas de maestría (alcanzarse máxima excelencia en una tarea).
Factores relacionales
- Similaridad con el rival: cuando los rivales se perciben como similares a nivel de rendimiento, muestran más competitividad entre ellos. Esto es una constante en el deporte competitivo: en fútbol tenemos a Messi contra Cristiano, en tennis están Federer y Nadal y en CrossFit Fraser contra Froning.
- Cercanía con el rival: la comparación genera más preocupación cuando guardamos cierto grado de intimidad con el rival (amigo, hermano, etc.). Las investigaciones sugieren que nos sentimos más amenazados por el éxito de nuestros amigos que por los logros de desconocidos.
Factores situacionales
Estos son factores externos que existen de forma independiente y ejercen una influencia estable sobre el comportamiento competitivo de un atleta.
- Incentivos: éstos son inherentes a la competición e incluyen situaciones de victoria-derrota en las que el logro de uno necesariamente implica la derrota de otro (lo que incrementa el grado de preocupación sobre nuestra posición relativa).
- Proximidad a un estándar: coronarse como el «más en forma del planeta», llegar al podio… Investigaciones revelan que la competitividad es más fuerte entre atletas mejor clasificados que entre aquellos a nivel intermedio.
- Número de competidores: cuando este número decrece, la competitividad incrementa. Tiene sentido si miramos, por ejemplo, los torneos por eliminatoria en los que las fases clasificatorias sólo sirven para llevarnos a la final y conseguir el objetivo de ganar el torneo. A medida que se eliminan competidores, el incentivo crece y, en consecuencia, la competitividad.
- Comparación inter-categorías sociales: esto implica la comparación entre rivales de distintas categorías sociales (nacionalidad, profesión, etc.)
Ser competitivo no es el ingrediente secreto
El objetivo de este artículo era ofrecer más información acerca del comportamiento competitivo en aras de comprender yo misma mi naturaleza competitiva. Fruto de recabar toda esta información, he reflexionado acerca de su influencia en el rendimiento deportivo para saber si es tan importante como suena. Muchos se consideran competitivos pero he visto este atributo manifestarse de maneras muy distintas según el atleta.
La disparidad existente entre atletas de alto rendimiento es aún más intensa. Todos son competitivos por naturaleza y, sin embargo, sus resultados son absolutamente diferentes. Y eso me dio que pensar. Kara Saunders exhibió un grado de competitividad sobrehumano en Murph en 2015 corriendo la última milla en condiciones muy extremas de insolación, se mantuvo en la contienda y acabó 5ª en la clasificación final. ¿Puede su competitividad ser comparada con la de otr@s que no tardan en tirar la toalla cuando las cosas no salen como esperaban?
Por eso, en mi intento de encontrar ese ingrediente clave en atletas de élite, he desechado la idea de la competitividad. Ser competitivo no es suficiente cuando persigues el éxito. A nadie le gusta perder o quedar último así que tu naturaleza competitiva – por intensa que sea – no te hace especial.
No admires a Fraser por ser competitivo sino por su determinación por alcanzar la maestría en todas las capacidades físicas. No admires a Tia Clair Toomey por ganar dos ediciones consecutivas de los CrossFit Games sino por superar sus inseguridades porque eso fue lo que cambió sus resultados. Todo se reduce a qué estás dispuesto tú a hacer para evitar la derrota y eso tiene que ver con procesos motivacionales, gestión emocional y estrategias de afrontamiento; no con llorar cada vez que pierdes.
Festinger, L. (1954). A theory of social comparison processes. Human relations, 7(2), 117-140. Garcia, S. M., Tor, A.,& Schiff, T. M. (2013). The psychology of competition: A social comparison perspective. Perspectives on Psychological Science, 8(6),634-650.